Cristóbal M. M., compañero de Vanessa Barrado, cuyo cuerpo descuartizado hallaron dos agricultores en Cadrete en octubre, negó ayer en el Juzgado de Violencia contra la Mujer número 2 de Zaragoza, en su primera declaración sobre el crimen, que matara y cuarteara a la joven. Afirmó, de hecho, que ni siquiera discutieron.

El imputado dijo conocer la relación que Vanessa estaba iniciando con un joven de Barcelona --habían contactado con internet e iba a ir a verlo el día que se pierde su pista--, aunque la toleraba porque ya no eran pareja.

También sostuvo, como antes de ser detenido, que ella se fue de casa a primeros de julio --la investigación sitúa el crimen a final de junio--, que fue llamándole hasta entrado agosto y que si sacaba dinero de su cuenta fue porque ella le autorizó a hacerlo para que no le faltara nada a la hija que tenían en común. No recordaba que su hermano Miguel se hubiera disfrazado para hacer algunas extracciones, aunque este reconoció que lo hizo.

Si salía mal olor de una de las habitaciones, tal y como afirman sus hermanos Manolo y Jéssica, fue porque habría defecado allí la perra que tenían en casa. Negó que les prohibiera entrar allí --la Policía sitúa allí el cadáver de la joven hasta que fue cuarteado-- y refirió una autolesión de Vanessa, tras una discusión con su padre, en la que la sangre manchó los puntos en los que los investigadores hallaron unos rastros sospechosos, compatibles con el arrastre de un cadáver.

Admitió que le dijo a Jéssica que vendiera unas joyas que Vanessa le había devuelto.