No son lo mismo las interrelaciones financieras entre el Estado y las autonomías --balanzas fiscales, que arrojan un saldo positivo o negativo-- que la fórmula mediante la que los territorios se financian. De todas formas pueden revelar la mala o buena financiación de los mismos. Como afirma Ángel de la Fuente, aunque sean un componente de los mismos, "no se debe mezclar saldo fiscal y financiación". En todo caso, el saldo fiscal resultante ya lo empezaron a utilizar ayer las comunidades para reclamar mejoras de la financiación. Las que padecen déficit fiscal (reciben menos de lo que aportan) porque entienden que están infrafinanciadas y el resto defienden la "solidaridad". El problema es el principio de ordinalidad, que se incumple. Por ejemplo, Cataluña es la tercera comunidad que más aporta al sistema, pero tras el reparto, baja hasta el décimo puesto y varias de las receptoras netas se quedan por encima, lo que distorsiona el resultado.