El relato de la víctima incluía un episodio que los magistrados no han dado por probado, como fue el uso de escopolamina (conocida como burundanga), una droga que anula la voluntad. La joven relató cómo, durante la noche, se cruzaron con otra mujer que le dio algo a su violador, que este se metió en la boca y la besó contra su voluntad, después de lo cual se sintió sin fuerzas. Los jueces razonan que, si la vía de transmisión hubiera sido el beso, él también hubiera resultado intoxicado. Más bien, consideran que su debilidad pudo ser consecuencia del alcohol que consumió, según los análisis, aunque ella lo negara. Pese a estas inconsistencias, el momento de la violación lo ven totalmente probado.