«He perdido 46.000 euros y no puedo ni podré comprarme un piso propio», explicó ayer Olga, una de las víctimas de la presunta estafa relacionada con la cooperativa de viviendas Valdespartera 2005, en la que 86 cooperativistas, entre ellos la mujer, perdieron alrededor de tres millones de euros en total. Ante los magistrados de la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Zaragoza, la mujer explicó que reservó un piso para su padre, su hermano discapacitado y ella, y que tras perder el dinero y fallecer su padre, no puede ni adaptar la casa familiar, «de posguerra», a las necesidades de su hermano.

Como ella, varios afectados narraron cómo entraron a formar parte de la cooperativa pensando en un piso inminente, que nunca disfrutaron. Por ello hay siete personas en el banquillo, tres de las cuales aceptaron su reponsabilidad anteayer. Contra las otras cuatro pesa, en principio, una petición de condena de 14 años de cárcel para cada uno por estafa y blanqueo, amén de multas de 6 millones de euros por barba, a falta de conocer, hoy, las peticiones definitivas.

En la sesión de ayer, por el juicio pasaron también los instructores policiales, que según se supo recibieron, además de las denuncias, un anónimo explicando las irregularidades. El agente instructor señaló que «si hubiera habido voluntad de construir, se hubiera hecho». Bajo su criterio, los administradores de las sucesivas gestoras, Julio Pinilla y Gumersindo Álvarez, estuvieron «siempre» detrás de la trama, figurasen o no, con un plan para distraer el dinero a base de comisiones, subcontratas y pagos ficticios.

Varios de sus exsocios apuntaron en esa dirección, como el joven que reactivó la cooperativa inactiva con Pinilla, Jordi Arcó, quien rompió la relación con su socio al descubrir la doble comisión pagada por un terreno. «Me dijo que era legal, pero yo lo vi inmoral», explicó. El arquitecto Mariano Gracia, que diseñó la promoción, criticó la falta de profesionalidad de los gestores, que le iban pidiendo cada vez más tareas -incluso redactar contratos- sin que ellos hubieran siquiera negociado «profundamente» la financiación bancaria.