No hay futuro. La banda punk más popular de todos los tiempos, los Sex Pistols, hizo de este lema un leit motiv universal para una generación que se sentía estafada. La década de los 70 agonizaba. Hoy, más de 30 años después, otra generación se resigna a la misma letanía. La falta de inversión en investigación y desarrollo (I+D) empuja a miles de aragoneses a buscar una salida fuera de España.

Para ellos tampoco hay futuro. Aunque no lo hay dentro de estas fronteras. Muchos observan en el extranjero la única vía posible para continuar su labor de investigación. Los recientes recortes en I+D anunciados por el Gobierno de Mariano Rajoy aumentan ahora la incertidumbre sobre un sector tradicionalmente olvidado en la economía española. También en Aragón. Según algunos investigadores, la ausencia de inversión autonómica se ha reducido más que la nacional o la europea. Los problemas financieros de la Universidad de Zaragoza tampoco ayudan.

Personal precario

La situación induce al pesimismo general para los jóvenes investigadores. La inversión se reduce poco a poco y agrava una de las principales carencias del sector: la precariedad del personal. "Para los trabajadores la situación es mala", explica Alfonso Tarancón, director del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI). "La investigación necesita personal estable". El nuevo personal se carga a proyectos, que tienen una duración limitada", añade. Como máximo de tres años. La situación de precariedad impide, explica Tarancón, "atraer a las personas capacitadas". Cada vez con más frecuencia, terminan o en el sector privado o en el extranjero.

"No lo tengo muy claro", responde Carlos Ginestra sobre como ve su futuro laboral en el campo de la investigación. En la actualidad, es becario del grupo de investigación en Física Nuclear y Astropartículas de la Universidad de Zaragoza. "Es una carrera muy complicada, y con mucha incertidumbre. Cada dos años tienes que estar buscando algo nuevo. Suele funcionar a base de contratos de dos años y no mucho más", sostiene. Tarancón lo define como "volatilidad", y es la incapacidad del sistema de generar empleo estable.

En estas circunstancias, la opción del extranjero es muy apetecible. "Pensando en el futuro, tienes que irte fuera. Una carrera estable en España sería lo ideal, pero es difícil", piensa Ginestra. Y pone como ejemplo a Alemania o Estados Unidos. "Allí la investigación es una parte fundamental de la economía, y aquí no".

Viaje de ida

En realidad, el problema no es que los jóvenes talentos se marchen. De hecho, es algo positivo. Así lo ve Emilio Pueyo, investigador titular del Instituto Geológico y Minero de España en Zaragoza: "La gente joven que hace la tesis debería plantearse marcharse fuera siempre. Incluso cuando las cosas iban bien el sistema estaba diseñado para que se fueran", explica. Lo importante es asegurar su regreso. Según Pueyo, los programas de reinserción no se han paralizado todavía. Pero no es optimista de cara a los próximos meses, cuando el recorte en I+D anunciado se haga real.

El plan de choque aprobado por el Consejo de Ministros el pasado diciembre incluía un recorte de 600 millones de euros en investigación y desarrollo. El anuncio alarmó a parte de la comunidad científica española. Según Pueyo, los efectos del plan de austeridad aún no se han hecho notar. Se notarán en verano, cuando terminen los proyectos en marcha y se soliciten nuevos. "Se prevé que vaya a peor. Hay menos dinero para personal. Y menos posibilidades de que la gente vaya a más". Tarancón lo ve del mismo modo: "Los programas que teníamos hasta ahora fueron concedidos antes de la crisis. A partir del 2012 es cuando se va a empezar a notar la crisis".

La falta de financiación se aprecia especialmente en el ámbito local, prosigue el director del BIFI. Hay menos inversión, por este orden, a nivel autonómico, nacional y europeo. "De las subvenciones y ayudas de la DGA no tenemos datos, pero asumimos que va a haber una importante bajada. Aunque es lógico que haya recortes importantes a nivel autonómico, es la economía que más sufre", revela.

El contexto conduce a algo más que al pesimismo y a la resignación. También empuja a la rabia, a la impotencia. No en vano, los investigadores han sido formados en España, con dinero estatal. Y sus conocimientos son aprovechados por otros países. Es algo más que una fuga de cerebros. Es un drama.

"No tiene ningún sentido", afirma categóricamente Cecilia Giménez, becaria del departamento de Ingeniería electrónica y Comunicaciones. "Se gastan el dinero para que te formes aquí y el rendimiento lo saca otro país. No tiene sentido", repite. "Nos gustaría revertir la formación aquí, pero...", sentencia Ginestra. Su pensamiento es el de otra generación punk, sin futuro, tres décadas más tarde.