"¡Mira el agua ya ha empezado a bajar el agua!" comenta José Manuel a orillas del Ebro a su paso por Novillas. Él es de Mallén y junto a otros vecinos del pueblo y de Cortes de Navarra se han acercado hasta la caseta del club de piragüismo de la localidad zaragozana para evaluar la fuerza de la riada. "Esto no es nada", sentencia un residente de Novillas, "la riada del año pasado fue peor, no tiene comparación alguna con lo pasó el año pasado", reitera a los curiosos que pasean por el puente.

Los más pequeños también son de la misma opinión que sus padres y abuelos: no hay tanta agua como la anterior crecida. La calle del Vado, fotografiada y grabada en cientos de veces por los medios de comunicación cuando el agua entraba en la localidad, permanece seca y segura. El río se ha cebado con los campos y las huertas, pero el casco urbano está intacto.

La misma sensación se respira en Pradilla, el aumento del caudal no ha parado la actividad en la villa. Los agricultores continúan atareados en almacenar la cebolla que fue recogida hace pocos días mientras que otros vecinos aprovechan para pasear el dique de la localidad como si se tratase paseo fluvial y para ven discurrir el Ebro que ha anegado el parque de la ribera.

Los únicos que se mantienen cautos son los alcaldes,"La situación es buena, el nivel del agua a su paso por Castejón de Ebro no es alarmante aun así hay que esperar", explica Alfredo Zaldívar, alcalde de Remolinos. De la misma opinión es el primer edil de Gallur, Antonio Liz, "El agua ha alcanzado un nivel normal, pero seguimos en guardia". La sombra de una nueva avenida continúa presente en el recuerdo de todos los vecinos de la Ribera Alta.