La zona afectada por el incendio en sierra de Luna están divididas en seis sectores en los que están repartidos más de 300 efectivos antiincendios. Su misión: apagar rescoldos.

En el sector cuarto, situado en la localidad de Asín, estuvieron desplegadas las Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales (BRIF) de Daroca y Lubia (Soria), pertenecientes al Ministerio de Medio Ambiente, y miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Casi se acababan de conocer, pero el trabajo entre ellos no podía ser más coordinado.

A las 8.00 horas llegaron las BRIF a una zona del monte y un campo de cereal devorados por las llamas. Bajaron en helicóptero y rápidamente se organizaron para peinar la zona e identificar lo que ellos llaman puntos calientes, que no son otra cosa que los recoldos que quedan tras el paso del fuego. Se centran, en un primer momento, en los más cercanos a zonas que pueden arder porque están verdes. Las que están rodeadas de cenizas tienen menor relevancia, puesto que no pueden arder más.

Ataque

Una vez señalizados, pasaron al ataque directo, que para ellos es uno de los aspectos más importantes porque buscan acabar con el oxígeno que puede permitir que se reavive la zona. Una azada y los batefuegos son siempre sus mejores armas para echar tierra sobre el suelo humeante.

No solo pretendían cortar el oxígeno, sino que no hubiera material mineral que sirviera de combustible para las posibles llamas que puedan comenzar. Asimismo, hicieron una especie de cortafuegos cortando y retirando, principalmente, árboles y arbustos.

Una labor en la que estuvieron ayudados desde el cielo por aviones que en sus cestas llevan nada menos que 1.200 litros de agua. Enviaron su situación geográfica a los pilotos y éstos se acercaron hasta el lugar para verter el agua.

Desde tierra también se hizo este trabajo con la ayuda de la UME, perteneciente al Ministerio de Defensa. Sus monos rojos dibujaban junto con las BRIF la enseña nacional, una unión contra el incendio, indiscutible.

Desplegaron metros y metros de manguera por zonas escarpadas, pero llegaron perfectamente a los lugares donde un cambio de viento o un aumento de las temperaturas puede hacer que se reactive un incendio.

Una vez terminado, recogieron y recontaron todo el material empleado. Y es que no pueden permitirse dejar nada en el monte, en otro lugar puede ser indispensable. Se repartieron botellas de agua, ya no estaba tan fría como cuando las cogieron por la mañana, pero da igual, les refrescó. Tras ello, se dieron la mano, se despidieron y se fueron a otra zona. El incendio aún no estaba extinguido.