La denuncia que dio origen a las inspecciones del Seprona fue por un setter inglés, que entró en el centro de protección animal de la DPZ en abril del 2014 en perfecto estado y fue adoptado por una protectora de animales cántabra seis meses después. LLegó en un grave estado de desnutrición --pesaba 13 kilos-- y con una fístula en el suelo la boca que comunicaba con el exterior. Sin embargo, ya antes de que se interpusiera esta denuncia, en octubre del año pasado, las quejas sobre el mal estado de los animales o de la falta de atención de las instalaciones, al menos en el caso de la de Zaragoza, habían salido a la luz pública. En concreto, Izquierda Unida registró preguntas sobre el sacrificio de animales antes de tiempo en la DPZ, en agosto; y la asociación Zarapeludos, que gestiona el centro municipal de Zaragoza, también había criticado la falta de atención y el hacinamiento en el centro provincial de Movera.