El atropello mortal del joven zaragozano Carlos Pellejero Remacha, de 20 años, en abril de este año en Tudela (Navarra), fue un homicidio imprudente. Así lo acaba de señalar la titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Tudela, Belén Paniagua, en el auto de procesamiento contra el conductor del turismo implicado, A. L. P. de 28 años. De esta forma, descarta una vía de investigación que había abierto meses atrás sobre una posible premeditación del accidente, a partir de una serie de mensajes hallados en su teléfono móvil.

La magistrada también considera que el encausado pudo haber incurrido en un delito contra la seguridad vial, otro de imprudencia grave y uno de omisión del deber de socorro. Tras fijar los delitos indiciarios, el juzgado ha dado traslado al Ministerio Fiscal y a la abogada de la familia de la víctima, Carmen Cifuentes, de cara a presentar sus escritos de acusación.

VELOCIDAD EXCESIVA // En dicho escrito, la instructora señala que A. L. P. conducía en la zona de Las Norias de Tudela a una «velocidad excesiva para las condiciones de la vía por la que circulaba, además que por la misma iban andando numerosos jóvenes».

En un momento dado, tal y como relata, cogió una curva a «mucha velocidad» y arrolló a Carlos Pellejero Remacha, que resultó fallecido, y también a dos chicas que iban con el joven zaragozano. Las dos adolescentes resultaron lesionadas como consecuencia de los golpes recibidos por el atropello.

Tras ello, A. L. P. no paró el vehículo, sino que siguió circulando a velocidad excesiva y unos metros con una de las lesionadas en el capó hasta que esta cayó al suelo, tras la maniobra de evasión realizada por su conductor. La jueza señala que unos metros más adelante del lugar del siniestro, el procesado paró su vehículo, tras pedírselo uno de los que le acompañaban en el interior del turismo, y bajaron del mismo los dos, «diciéndoles A. L. P. que no dijeran nada».

El relato de hechos que señala la jueza no queda ahí, ya que afirma que el arrestado siguió conduciendo, paró en un campo para quitar los cristales de la luna delantera de su vehículo que había sido dañada, y seguidamente siguió hasta Milagro (Navarra), donde en el domicilio familiar guardó el vehículo en el garaje. «La fuerza policial intentó hablar por teléfono con A. L. P. y no consiguiéndolo, la Guardia Civil de Milagro acudió al domicilio, donde tras reconocer los hechos fue detenido», recalca.

A. L. P., que permanece en prisión desde su arresto, se encontraba bajo los efectos de las drogas cuando ocurrieron los hechos, según determinó en su día el informe de la Guardia Civil.