Saber gestionar las emociones y aprender a sobrellevar una enfermedad es una tarea del paciente, pero quizás lo sea más de quien le rodea. Ahí está el principal apoyo. La Asociación Española Contra el Cáncer en Aragón organiza estos días en Zaragoza su congreso anual. La familia, eterna compañera, camina en la batalla junto al enfermo con un único fin: aferrarle a la vida.

JUAN Y GONZALO RUBIO. HERMANOS

“El plan de cribado me ha dado la vida”

Una carta del Salud en la que le recomendaban participar en el programa de cribado de cáncer de colon fue la clave. «Me hice las pruebas y ahí salió. Me llevé una bofetada el día que me lo dijeron, pero puedo decir que el cribado me ha salvado la vida», cuenta a este diario Gonzalo Rubio. Antes del cáncer de colon, ya superado y detectado hace tres años, este aragonés padeció otro de próstata. «Me sometí a 39 sesiones de radioterapia. Después de aquello, imagínate, fue más duro todavía recibir un segundo diagnóstico años después», explica. A su lado está su hermano Juan, colaborador desde hace cinco años en la Asociación Contra el Cáncer en Calatayud, y compañero de viaje de Gonzalo. «La familia debe estar al 100% con el enfermo. El 90% de los casos de cáncer de colon salvan la vida y a eso nos agarramos todos», dice Juan. Fue «difícil», recuerda, gestionar la situación. «Participo activamente en la asociación, ayudo y doy ánimos a la gente, pero cuando te vuelve a tocar de cerca es diferente. Algo se te descoloca y viene el miedo», asegura Juan. Su hermano Gonzalo asiente y reitera que es «esencial» sentirse apoyado. Él, como paciente, recuerda sin ninguna duda el fatídico día de la noticia. «Yo me hice el cribado, pero también se lo hizo mi mujer porque la carta, por edad, nos llegó a los dos. La doctora nos dijo: «Tengo dos cosas que deciros: una buena y otra mala» y mi respuesta fue que deseaba que la mala fuera para mí, porque no quería que a mi mujer le pasara nada», recuerda.

Diagnóstico precoz / Él se llevó la peor parte del resultado del cribado, pero cuenta con orgullo que gracias a su diagnóstico muchos de sus amigos tomaron conciencia de la situación. «Les insistí en que se hicieran la prueba y a alguno de ellos le he salvado la vida, porque les han detectado cosas a tiempo. La gente tiene que ir a esas consultas y no dejar la carta en el cajón», señala.

PILAR GELLA. PACIENTE

“Mi segunda familia ha sido la asociación”

Apenas ha pasado un año y medio desde que a Pilar Gella le diagnosticaron un cáncer de mama. «Fue todo muy rápido», recuerda. A día de hoy ha superado la enfermedad y asegura que se encuentra «muy bien», aunque en el recuerdo siempre le quedará el duro camino que tuvo que empezar a andar con el cáncer a sus 47 años. «Me noté un bulto, acudí al médico en marzo, el 7 de abril me confirmaron todo y el 27 de abril me estaban operando. El diagnostico afortunadamente fue a tiempo y eso lo hace todo», recuerda. El pasado viernes asistió, sonriente y con vitalidad, al II Congreso Aragonés de Pacientes y Familiares que tuvo lugar en el Palacio de Congreso de la Expo. «Me siento bien, lo peor fue la radioterapia, porque me bajaron mucho las defensas y me quedé muy floja», se- ñala Gella. Entonces, la familia de esta oscense apareció una vez más para brindarle todo su apoyo. «No me faltó en ningún momento, siempre estuvieron y están ahí, pero tengo que decir que mi segunda familia ha sido la Asociación Española Contra el Cáncer. Me hicieron sentir muy a gusto desde el principio y realmente, me pude desahogar de verdad», cuenta.

Momentos de bajón / Con ellos compartió sus momentos de «impotencia» y «de bajón» que un enfermo evita, muchas veces, compartir con los suyos. «Aprendí a gestionar sentimientos, me comprendían en todo lo que transmitía y eso fue fundamental», dice. El cáncer de mama tiene un buen diagnóstico y una supervivencia muy alta, tal y como demuestran las estadísticas. Para ello, el plan de cribado es fundamental. «Es vital y las mujeres nos tenemos que revisar a nosotras mismas porque, en una inspección, nos podemos localizar algo. Hay que hacerse las revisiones periódicas, las mamografías y todo lo que sea prevención debe ser bienvenido», cuenta.

SAIDA Y RAHMA. AMIGAS

“A este monstruo sí se le puede ganar”

Ambas nacieron en Tánger (Marruecos) y se volvieron a reencontrar años después en Huesca, donde residen. Rahma y Saida son amigas desde hace más de 30 años y, juntas, han logrado vencer la batalla al cáncer. «Cuando me lo contó, cerré los ojos, me abracé a ella y, desde ese día, no he dejado de estar a su lado», cuenta Rahma de su experiencia con Saida. Esta última sufrió un cáncer de mama, ahora ya superado, pero del que fue operada mucho después del diagnóstico debido a que, por sus circunstancias personales, no podía someterse a una operación. «Fue muy difí- cil gestionar todo y tuve que sacar fuerza de donde no la tenía», cuenta Saida. Aunque «pronto» cambió el chip. «Una vez que lo tienes solo te queda una cosa: pensar en positivo porque a este monstruo sí se le puede ganar», relata. La presencia de Rahma en su vida fue «fundamental», dice. «Una hermana mía había tenido también un cáncer de mama y la situación no era nueva para mi. Me siento muy feliz de que mi amiga esté bien y de poder verla día a día sonreír», dice Rahma. Ambas reconocen que al cáncer «se le coge miedo» y, por eso, no faltan cada seis meses a su cita para realizarse una mamografía. Tampoco se olvidan de la Asociación Española Contra el Cáncer. «Damos gracias de que nos atendieran tan bien. Médicos del Mundo nos puso en contacto con ellos y estamos muy agradecidas», reitera.

Lejos de la familia / Saida vive en Huesca, pero su familia sigue en Tánger. «Eso es lo que peor llevo», reconoce. Sin embargo, insiste en que Rahma se ha convertido en su «mayor y mejor apoyo» para superar la añoranza. «Vamos juntas a todos los sitios —ambas asistieron al congreso celebrado en Zaragoza— y sabe que puede contar conmigo para todo lo que quiera», expresa Rahma. Un gran ejemplo de apoyo y solidaridad.