El cuerpo sin vida de Florencio Ayingono, el estudiante de origen guineano desaparecido el pasado 14 de diciembre en Zaragoza, fue encontrado en la madrugada de ayer en la presa de Pina de Ebro por un trabajador de la central hidroeléctrica de la localidad. Aunque desde el principio quedó claro que se trataba de él --por la raza, complexión y las ropas que llevaba--, el cuerpo fue definitivamente identificado por sus huellas dactilares antes de la autopsia. Esta, al menos en sus conclusiones preliminares, apunta a una muerte por ahogamiento, sin signos de lucha en el cuerpo de Florencio, de 21 años.

Un empleado de la central, que trabajaba retirando ramas a las dos y media de la madrugada --para evitar el bloqueo de las rejillas--, descubrió el cuerpo en el río, cerca del paraje de Los Cartujos, de Nuez. Allí le habían buscado buzos de los GEO, pero fue la crecida la que hizo aflorar el cadáver. Según explicó otro empleado de la central, la presa no daba abasto para canalizar el agua, y lo más normal hubiera sido que la corriente le arrastrase más allá del azud, complicando su localización.

El empleado dio aviso a la Guardia Civil, que estableció el operativo y llamó a los efectivos del Cuerpo Nacional de Policía, cuyo grupo de Homicidios se hace cargo de la investigación. En torno a las seis menos cuarto de la mañana, se produjo el levantamiento del cadáver y el cuerpo fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Aragón. Al estar plenamente identificado los padres no tuvieron que verlo.

La Policía seguirá investigando las circunstancias de su desaparición, pero termina al menos la incertidumbre sobre el destino de Florencio. Sus amigos íntimos de la ONCE quisieron aclarar ayer que el joven tenía "perfectamente asumida" su deficiencia visual (del 75%), y no hacía nada por ocultarla.