Tuve el otro día el placer de presentar en el palacio de La Aljafería la nueva novela de Lorenzo Mediano, El desembarco de Alah (editorial Tropo).

Un acto muy espectacular que tuvo como artístico prólogo la actuación de los miembros de Moluca Circo, que recrearon distintos episodios de la novela, ambientada en el siglo VIII, y como emotivo proemio el homenaje que el Grupo Hélice, representado por su presidente, Julio Cristellys, destinó a la familia Muñío, de Librería París, por sus cincuenta años de profesión. Los escritores y autores de Hélice obsequiaron a los libreros con un extraordinario dibujo de Carlos Bribián, joven artista muy a tener en cuenta en un inmediato futuro.

París fue la primera librería de Lorenzo. También la mía. Ambos, en la época del viejo tranvía, y de Pepe Muñío, cruzábamos de su escaparate al de Trenexpreso, de los libros a los castillos, de las plumas a los soldados.

Con El desembarco de Alah, Mediano da un paso importante en su carrera como escritor, revalidando su particular dominio del relato histórico. Porque estamos, creo, ante su novela más ambiciosa. El autor despliega ante los ojos del lector todo un fresco de acontecimientos y personajes en torno a la invasión berebere de la península en los primeros años del siglo octavo, y el derrumbamiento del reino visigodo tras la derrota de Rodrigo en el río Guadalete frente a las tropas mercenarias de Tarik. Pero, ¿por qué cruzaron los bereberes el viejo Estrecho tartesio? ¿Cuáles eran sus pactos con las distintas familias visigodas, vitizanos, chindasvintanos, que se disputaban el poder y el tesoro de Alarico? ¿Qué traiciones urdieron las mentes del obispo Oppas y del conde don Julián?

Un aire trágico y épico a la vez proporciona a las escenas de poder y pasión el aliento de los héroes de la Antigüedad. La lucha entre Rodrigo y Tarik no es ajena a la de Héctor y Aquiles y algo hay de Hamlet en Pelayo y algo hay de Ofelia en su amada Egilona... Pero, como no quiero chafarles la lectura, en la que también se esconde una trama de intriga, me limitaré a recomendarla.

Comprobarán también cómo una editorial aragonesa, Tropo, dirigida por Óscar Sipán y Mario de los Santos, ha sido capaz de lanzar un superventas con la misma solvencia y profesionalidad que un gran sello nacional. Enhorabuena.