Tras duras negociaciones, el Gobierno alemán y la oposición conservadora pactaron ayer una reforma de la sanidad pública dentro de un plan gigantesco destinado a modificar las estructuras de la sociedad alemana para remontar la economía del país.

El paquete de medidas, que obligará a los pacientes de la sanidad pública a pagar más por los medicamentos y tratamientos, trata de reducir los costes de la Seguridad Social. El plan prevé un ahorro de 9.900 millones para el año que viene.

Así lo anunciaron la ministra de Sanidad, la socialdemócrata Ulla Schmidt, y el portavoz de la oposición conservadora, Horts Seehofer, quienes confirmaron que, de esta forma, enfermar en Alemania saldrá caro en el futuro y que los cotizantes tendrán que pagar mucho más por los tratamientos. El año pasado, el gasto en sanidad del Estado fue de 142.000 millones de euros y el déficit público alcanzó la cota récord de 2.960 millones.

Los recortes afectarán principalmente a los servicios odontológicos, las consultas médicas, así como la cobertura de medicinas y hospitales, con lo cual se pretende atajar el creciente déficit de la Seguridad Social. Para ello se terminará con el sistema actual que otorgaba al paciente total libertad para acudir a la consulta del especialista que deseara.

La reforma persigue también detener el aumento de las cuotas a los seguros de enfermedad de los trabajadores, que habían alcanzado ya el 14,3% del salario bruto. El objetivo es situarlo en el 13,6% en el 2004. A partir de la reforma, las personas estarán obligadas a suscribir seguros privados, que complementarán al obligatorio.