La Pandilla Voladora y The Faith Keepers

FESTIVAL Pirineos Sur

LUGAR Audiorio natural de Lanuza

FECHA viernes, 26 de julio

ASISTENCIA 3.200 espectadores

La Pandilla Voladora es la reunión ocasional de cinco músicos españoles con querencias musicales próximas, una demostrada heterodoxia y un concepto peculiar del espectáculo: Albert Pla, Tomasito, Muchachito Bombo Infierno, Lichis (La Cabra Mecánica) y Canijo de Jerez (exLos Delincuentes). Cinco revoltosos (alguno más que otro) que se presentan como una pandilla de superhéroes de cómic más dispuestos a pegarle fuego al mundo que a salvarlo, con un programa de canciones armado con piezas del repertorio de cada uno de ellos y alguna versión como Kiss Off, que ya hacían Los Delincuentes, y una composición común sobre la que giran sus conciertos y su filosofía: Del deporte también se sale.

Diego Cortes, guitarrista flamenco habitual en las formaciones de Pla, un instrumentista más efectista que brillante, Juan de Dios (teclados) y Ricardo Moreno (batería) completan la formación de esta pandilla que, mejor que voladora, debería llamarse botellón.

Y es que lo suyo, más que un concierto, es un jolgorio hilvanado con puntadas gruesas; un espectáculo con los roles intercambiables (para intentar diluir las personalidades y dar cohesión al conjunto) que en fondo no es sino una juerga privada de perfil artístico bajo, en el que a duras penas sobresalen tres o cuatro piezas, todas ellas de los más listos del grupo: Albert Pla (Joaquín el necio e Insolación) y Lichis (La lista de la compra y Fábula del hombre lobo y la mujer pantera).

¿Que al personal le encanta ese botellón escénico, ese alegre revoltijo de sustancias apenas mezcldas? Sí, y está en su derecho (ha sido uno de las actuaciones del festival que más espectadores ha congregado); pero objetivamente, excepción hecha de las habilidades mostradas individualmente por algunos de los miembros de la Pandilla, la propuesta global no pasa de ser un apaño veraniego para divertirse y sacar unos euros. Una pena, porque ya puestos podían haber armado una oferta enjundiosa a la vez que divertida, en vez de un festorro tipo juerga fin de curso.

La noche la abrió el grupo zaragozano The Faith Keepers, notable formación de soul, funk y otras negritudes que animaron los años 60 y 70 del siglo pasado. Revisó el repertorio de sus dos discos, compartió un par de canciones con el rapero Dr. Loncho, abordó composiciones ajenas como There Was A Time, de James Brown, y estrenó una pieza con aromas high life que incluirá en su próximo álbum.

The Faith Keepers no es una banda revivalista, y, además, su nivel de ejecución crece en cada concierto. Pero sigue careciendo de ese golpe mágico que te da en la boca del estómago y de un concepto escénico que vaya más allá de los movimientos de su cantante, el zaragozano Borja Téllez.

El soul y el funk son celebración, y esa alegría colectiva no se ve en los directos de The Faith Keepers. Por otra parte hora es de que el grupo comience a introducir aportaciones personales a un estilo altamente codificado. Seguir al pie de la letra los cánones clásicos, por muy bien que se conozcan e interpreten, es un camino que no lleva muy lejos. En ese sentido, la colaboración con Loncho es un comienzo, pero la búsqueda no puede quedarse ahí.