Fernando Aparicio es el director de la oficina de Caixabank en la calle María Zambrano del barrio del Actur (Zaragoza), y Alfredo Alba trabaja para la misma entidad financiera como asesor de banca privada. Pero, en la tarde de ayer, ambos dejaron las finanzas para dedicarse a la filantropía.

Ninguno de los dos es un primerizo. Alfredo se enganchó al voluntariado cuando trabajaba en otro banco, a través del que colaboró en tareas de integración de inmigrantes. Y este año repite en el Refugio, por el que ya optó el año pasado, ya que trabaja con personas «que se encuentran en una situación que no está tan alejada de nostros. Cualquier zancadilla de la vida puede colocarnos en esta situación», razona.

Fernando también se decantó por el Refugio «para concocer su labor más de cerca», señala. Tampoco es la primera vez que se une a las acciones voluntarias que les propone su empresa. «La verdad es que en la Caixa todos tenemos el tema del voluntariado muy interiorizado. Llevo 15 años trabajando en ella y siempre he colaborado en lo que he podido».

Alfredo opina que, frente a la imagen negativa y de frialdad que mucha gente tiene de la banca en España, «la Caixa trata de acercarnos al mundo real, que es este: el que está cerca de los problemas. Una entidad financiera no se puede desvincular del día a día de la gente, porque lo vivimos en las oficinas».

«Y más una entidad como la nuestra», apostilla Fernando, «que cuando surgió hace más de 100 años -continúa-, lo hizo para ayudar a quienes no podían llegar al crédito o aquellas personas que no tenían la posibilidad de abrir una cuenta en un banco, y con el objetivo de crear una obra social que, como dice el anuncio, es el alma de la Caixa».

«Solo que en este caso no es una imagen ficticia», puntualiza Alba. «La Caixa aporta todos los años 500 millones de euros a la obra social», argumenta. «Es la primera entidad española en cuanto a aportaciones de capital -para acción social-, la segunda de Europa y la tercera del mundo», explica con el orgullo indisimulado dibujado en el rostro por formar parte de este proyecto. «Eso refrenda una realidad que va más allá de una mera imagen».

A lo que Aparicio añade que «está muy bien que aporte todo ese dinero, pero esto es mucho más. Al proponernos acciones voluntarias consigue que los empleados estemos concienciados».

«Si alguien gana con esto, somos nosotros, los trabajadores de la Caixa», concluye Alfredo.