En Fraga te puedes comer una manzana recién llegada de Chile mientras que la fruta de los árboles que están a menos de diez minutos dando un ligero paseo se consumen en un colegio de Bielorrusia. No es una paradoja, es lo que está sucediendo en estos momentos según destaca Joaquim Arqué, miembro de la cooperativa Del Campo a Casa de la capital del Bajo Cinca.

De este modo, para que un fragatino pueda comer fruta barata en su mesa se está explotando a los productores de papaya en México, y a los que se dedican a la agricultura aquí se les paga menos de lo que merecen para que en Ontario tengan acceso a paraguayos de la ribera del Cinca. Un lío que parece no beneficiar a nadie más que a las empresas intermediarias, grandes multinacionales que se están encargando de desestructurar el modelo económico de los distintos territorios basados en el autoabastecimiento por una imagen falsa de diversidad vegetal que a corto plazo puede causar graves problemas.

Las XVI jornadas de Economía Solidaria Construyendo economía con otra mirada, han tratado este problema acuciante que nos obliga a alimentarnos con productos generados a miles de kilómetros de nuestras casas mientras perdemos la diversidad y se apuesta por monocultivos de cereales para hacer piensos de alimentación animal. Alertan que de este modo, cuando se produzca una crisis de transporte, o a las empresas multinacionales no les siga pareciendo un modelo rentable, habrá serios problemas para volver a comer en los territorios afectados, sin capacidad de recuperar una producción tradicional a corto plazo.

Esther Vivas, del centro de estudios sobre Movimientos Sociales de la Universidad Pompeu Fabra, abordó el problema de la alimentación asegurando que "nos quieren hacer creer que las causas de la crisis nos sacarán de la crisis agroalimentaria actual y eso es mentira". Rechazando una lógica capitalista "que convierte la comida en mercancía", Vivas apuntó que las mujeres son las que más sufren esta crisis de la alimentación porque no poseen la tierra aunque desempeñen un papel clave en con su trabajo en que esta sea productiva. "Esta situación tiene consecuencias a la hora de cotizar, por ejemplo", precisó.

Usurpación de la tierra

El origen de esta situación de crisis no es claro, pero se ha llegado a ella tras la usurpación de los recursos naturales, el agua o las semillas a manos de una pocas empresas. Así, Vivas apuntó que ahora tenemos un modelo de agricultura que depende del petróleo ya sea por la maquinaria, las necesidades de transporte internacional, las neveras que mantienen los frutos frescos o los fitosanitarios que se aplican a los cultivos. "Cuando el precio del petróleo suba, la economía local volverá porque no le quedará más remedio", pronosticó con tristeza.

Además, el modelo agrícola que se ha impuesto en todos los países genera el 55% de los gases de efecto invernadero y acaba con la diversidad, porque aunque parezca que en un supermercado puedes elegir entre varias variedades de manzana, supone solo un mínimo porcentaje de los cultivos que existían antes. Entonces, partiendo de un modelo que "no es racional ni lógico" la apuesta por la Soberanía Alimentaria trata de derribar mitos y generar un campesinado consciente de su impacto negativo. "El modelo agrícola actual genera hambre, pobreza y cambio climático", explicó la investigadora en su intervención del centro Joaquín Roncal de Zaragoza ante una sala abarrotada de público hasta el punto que los organizadores necesitaron habilitar una pantalla.

Como alternativa, Vivas apuntó que es necesario que la sociedad recupere el control de la política agraria, que el consumidor decida lo que come y que el agricultor tenga acceso libre al agua y las semillas. También se trata de promover circuitos cortos de comercialización como los analizados por las jornadas zaragozanas o el puesto en marcha en la II feria del Mercado Social y el mercadillo Calles Vivas que tuvo lugar el pasado sábado en Zaragoza. "La propuesta no implica un retorno romántico al pasado, sino un acceso libre a los medios de producción" se zafó de la típica acusación a la que se enfrentan los defensores de este nuevo modelo. "Tampoco se trata de idealizar lo pequeño, ya que no hay que olvidar la implicación internacionalista y solidaria de la producción local", añadió Vivas. De este modo, puso el ejemplo de Vía Campesina, un movimiento plural y amplio que se ha convertido en un actor fundamental en la recuperación del control de la alimentación humana.

Para Vivas, la reforma del modelo agrícola, de forma que los melocotones de Fraga no tengan que viajar miles de kilómetros para ser disfrutados, no son solo política en abstracto sino que se puede llevar a la práctica con mercado locales, participando en cooperativas de consumo ecológico o apoyando la compra directa a los productores, entre otras alternativas. "Este modelo es viable más allá de la toma de conciencia cotidiana y es importante la acción política para cambiar el sistema capitalista", concluyó. Así, el huerto de la puerta del Sol parece pequeño, pero es un gran paso adelante.