La mutilación genital femenina consiste en toda intervención que conlleva la extirpación parcial o total de los genitales externos de la mujer con fines culturales u otros, y no con fines terapéuticos. Esta práctica ancestral constituye una clara vulneración de los derechos humanos de mujeres y niñas, tales como el derecho a la salud y a la seguridad e integridad física, atentando incluso contra la vida de estas cuando la intervención acaba produciendo la muerte. Es, además, un reflejo de una desigualdad basada en el género, que discrimina a la mujer y le priva del ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos.

En Aragón existe una población de riesgo de 3.195 mujeres, de las cuales 2.217 son menores de edad. Los principales lugares de origen de estas mujeres son Gambia, Senegal, Nigeria, Ghana y Guinea, pero no son los únicos, ya que se practica en 29 países de África y Oriente.

Desde Médicos del Mundo Aragón llevamos más de 10 años luchando contra esta práctica. Nuestra actuación se basa en la sensibilización y la prevención, dirigida fundamentalmente a dos grandes grupos. Por un lado, a través de la mediación intercultural, ofrecemos a las familias subsaharianas talleres de salud en los que abordamos la mutilación genital femenina de manera transversal, sus motivos y consecuencias, además de otros temas sobre cuidados de la infancia y la familia, salud sexual y anticoncepción y derechos sociales, y en los cuales se les intenta capacitar y empoderar para que ejerzan un control real y efectivo sobre su salud.

Por otro lado, también realizamos formaciones a profesionales de diferentes ámbitos para acercarles esta realidad y que conozcan cuál es su responsabilidad y los pasos a seguir si se encuentran ante una niña o mujer en situación de riesgo de sufrir una mutilación, o cuando esta ya se haya producido.

Para ello disponemos del Protocolo para la Prevención y Actuación ante la Mutilación Genital Femenina en Aragón, en cuya elaboración participó Médicos del Mundo Aragón. Su publicación, en el 2011, convirtió a nuestra comunidad en una de las primeras en contar con este instrumento, que establece diferentes niveles de intervención. Su punto fuerte es que favorece la coordinación entre los diferentes profesionales implicados.

En el 2016 se actualizó para alinearlo con el protocolo nacional, que vio la luz en el 2015. Ambos son herramientas indispensables para que la prevención funcione y, en definitiva, para la protección de las menores.

En los años que llevamos trabajando, tras muchas conversaciones con las familias, viajes e intervenciones, podemos decir que el nivel de concienciación es mucho mayor y que los resultados preventivos están dando sus frutos. Aunque, por desgracia, queda mucho camino.

El próximo 6 de febrero, Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, el problema cobrará mayor visibilidad. Pero no debemos olvidar que la lucha debe ser constante y de toda la sociedad.