Junto con Cruz Roja y Accem, Cepaim es una de las tres oenegés que gestionan el programa nacional de acogida e integración de beneficiarios o solicitantes de protección internacional en la provincia de Zaragoza, y la única que lo hace en Teruel. Dentro del área de Acogida de la fundación, se trabaja en un programa de atención humanitaria de necesidades básicas a personas inmigrantes, y en otro de acogida integral e integración para personas en situación de vulnerabilidad solicitantes de asilo y refugiados. A través del primero se atienden las necesidades básicas de las personas acogidas -vivienda y alimentación durante tres meses-, proporcionándoles apoyo, información, orientación y asesoramiento social, legal, sanitario y administrativo, y ayudándoles a conocer la sociedad de acogida.

«Estas personas han llegado a España de manera irregular, por la costa o saltando la valla de Melilla, y no tienen documentación», explica Pilar Bernadó, coordinadora de la Fundación Cepaim en Zaragoza. Destaca Pilar que «el mayor problema es que, al no tener documentación, no pueden empadronarse», requisito imprescindible para conseguir la tarjeta sanitaria, por lo que solo pueden acudir al médico a través de urgencias. «Estamos trabajando con el Ayuntamiento de Zaragoza para tratar de solucionar este problema», apunta.

Por su parte, el proyecto de acogida e integración de beneficiarios o solicitantes de protección internacional cuenta con un equipo multidisciplinar para atender todas las posibles necesidades de estas personas, que se integran en él por un periodo de entre 18 y 24 meses. En estos momentos, entre refugiados y solicitantes de protección internacional, Cepaim protege en Zaragoza a un total de 33 personas, entre las que hay gentes procedentes de Siria, Costa de Marfil, Ghana, Mali, Ucrania, Bielorrusia, Venezuela, Guatemala, Honduras, Pakistán, Palestina o los campos de refugiados saharauis.

El problema es que el derecho internacional solo reconoce el estatuto de refugiados a las personas procedentes de países donde la comunidad internacional reconoce que existe un conflicto armado. Y, de todas las nacionalidades citadas, a este estatus solo pueden acceder sirios y ucranianos. Pero el resto de los países citados también viven sumidos en una situación de violencia que lleva a huir a muchos de sus habitantes para salvar su vida. Los supuestos por los que la ley contempla que se puede solicitar asilo coinciden prácticamente con los principios de no discriminación recogidos por el artículo 14 de la Constitución española: ideología, género, orientación sexual, origen étnico…

El resultado de esta restricción es que «casi el 80% de las solicitudes son denegadas», lamenta Iara Bautista, trabajadora social del programa de protección internacional de Cepaim en Zaragoza. La organización cuenta con un abogado que ayuda a los demandantes de asilo a gestionar dicha solicitud. «Desde que se solicita el asilo hasta que el Ministerio del Interior contesta, suelen pasar dos años», señala Bautista, «que es el tiempo que suele durar la estancia en el programa. Pero, desde el primer día, nosotros preparamos a las personas para el sí, pero también para el no, y les ayudamos a buscar alternativas de cara a una posible denegación» del estatus de refugiados. Si la respuesta es negativa, los solicitantes tienen 15 días para abandonar España. De lo contrario, pasarán a ser inmigrantes irregulares.

El proyecto de acogida e integración de beneficiarios o solicitantes de protección internacional se desarrolla en tres fases. Hoy día, Cepaim mantiene en Zaragoza a 18 personas en la primera fase de este programa, durante la que «el acompañamiento es intenso, sobre todo para aquellas personas que no conocen nuestro idioma. Sin el español, es prácticamente imposible que se integren», apunta la coordinadora de Cepaim en la capital aragonesa. Aunque esta labor se está viendo simplificada por el creciente número de solicitantes de asilo procedentes de Latinoamérica, especialmente de Venezuela. Además de las clases de español, se les ofrece vivienda y manutención. «Tenemos que agraceder al Ayuntamiento de Zaragoza que nos facilite, a través de la sociedad municipal Zaragoza Vivienda, pisos para acoger a las personas refugiadas», señala Bernadó.

En la segunda fase, en la que se encuentran 15 usuarios de Cepaim en Zaragoza, se disminuyen las ayudas económicas y los beneficiarios tienen que buscarse una vivienda. Aunque Cepaim garantiza el pago del alquiler durante un año, muchos refugiados están teniendo dificultades para que se les alquile una casa. En esta fasee es cuando Cepaim procura que las personas acogidas encuentren un trabajo.

En la tercera fase, en la que todavía no ha entrado ninguna de las personas que se encuentran bajo la protección de esta oenegé en Zaragoza, se busca que los beneficiarios o solicitantes de protección internacional gocen de la mayor autonomía posible, pero sin dejarlos de lado «para que cuando terminen los 18 meses aproximados que dura el programa no vayan a parar a bolsas de exclusión social», puntualiza Pilar Bernadó. En esta fase, la fundación realiza una tutela y acompañamiento para garantizar la cobertura de necesidades formativas, sociales… Y también se les apoya a través de ayudas asistenciales, si sigue siendo necesario. El objetivo final es que estas personas «se acaben insertando en este país».