Vivían tranquilamente en las araucarias del norte de Argentina y el sur de Brasil hasta que, en los años 80, fueron cazadas y exportadas en masa a Europa para ser vendidas como animales de compañía. "Mientras que los loros te costaban 4.000 pesetas, un cotorra sudamericana era igual de vistosa y no pasaba de las 400", asegura Fernando Arranz, un inspector del Ayuntamiento de Zaragoza que hoy se encarga de esterilizar sus huevos, "unos 1.700 este año".

Las cotorras se vendían de una en una, en jaulas individuales y, al hacerlo, se incurría en un grave error: "estos pájaros son gregarios, necesitan estar en grupo, y si no lo están no pararán de chillar y de morder la jaula para escapar", explica Fernando. "Unos las soltaron por el ruido y a otros, simplemente, se les escaparon".

Fue en 1984 cuando se avistó la primera pareja de cotorras argentinas en libertad en Zaragoza, en el club deportivo El Soto. Desde entonces, la población no ha dejado de aumentar hasta llegar a los 1.200 ejemplares que actualmente hay sueltos por la ciudad. "Y eso que, si no fuera por las campañas de esterilización de huevos y la retirada de nidos que se vienen realizando desde 2005, su número se duplicaría cada año", aseguran desde el ayuntamiento. "Son increíblemente fértiles y resistentes. Si, de normal, ponen 6 huevos, de esos 6 salen polluelos".

Entre finales de abril y principios de mayo de este año, la unidad forestal del ayuntamiento 212 nidos --el 80% de los que hay en toda Zaragoza-- y "punzó" 1.700 huevos con el objetivo de eliminar al cigoto de cotorra argentina que albergaban. Aun así, la población de esta ave, de plumaje verde y pecho gris, no deja de aumentar cada año. "No podemos estar todo el año esterilizando", asegura Fernando. "Solo lo hacemos durante 10 días, aquellos en los que se producen el mayor número de puestas. Si lo hacen fuera de ese periodo, se salvan".

11 registros de graznido

La ciudad y las cotorras argentinas no son una buena combinación, principalmente por sus gritos y sus nidos. "Esta especie posee hasta 11 registros diferentes de graznidos", explica el inspector del ayuntamiento. "Si una avisa a las demás de un peligro, las 200 cotorras que normalmente forman las bandadas se pondrán a chillar. Y eso, en una ciudad llena de ruido y estímulos como es Zaragoza, es inevitable".

Sus nidos, que pueden llegar a pesar 40 kilos, también traen de cabeza al consistorio. En primer lugar, por los daños que estos pájaros originan en acacias y árboles ornamentales al "mutilarlos" para obtener materiales de obra. Y, en segundo lugar, por los peligros que estas estructuras suponen para el viandante. "En lo que va de año, hemos retirado 26 nidos situados en ramas que ya no aguantaban su peso", asegura Fernando. El nuevo decreto de especies exóticas habla en algunos párrafos de "planes para erradicar la especie". De momento, el Ayuntamiento de Zaragoza no contempla su captura y posterior sacrificio.