En sus seis rocambolescos años al frente del Zaragoza, Agapito Iglesias ha logrado convertirse por méritos propios en el principal villano de Aragón y se ha distinguido por hacer lo contrario de lo que dice con una facilidad prodigiosa. Por eso, ahora que ha anunciado que pone el club a la venta, una ola de escepticismo y recelo ha recorrido el zaragocismo, más aun después de escuchar sus mensajes, casi todos confusos y alguno pasmoso, como el de la finca. Por ahí quizá aún lo haga, pero en esta tierra Agapito ya no engaña a nadie.

Así que se exige que la presión contra el soriano no reble y que haya cautela. Como presume tanto de transparencia, Agapito debería alimentar su show, ser tan valiente como dice y someterse a la prueba del polígrafo sobre su paso por el Real Zaragoza y sus intenciones actuales. En la plaza pública. Blanco sobre negro. Sería clarificador y tan cómico como escucharle.