LUCES DE NAVIDAD. Que quede claro que no soy ningún antipático ni ningún ogro que odia la Navidad. Lo que ocurre es que estoy harto de las luces navideñas que cada año coloca Grancasa en su fachada, concretamente, en el lado que da a María Zambrano. Se trata de unas estrellas doradas de tamaño gigante que no dejan de parpadear y de hacer las mil y una filigranas. Yo vivo justo en el edificio de enfrente por lo que cada año me veo obligado a chuparme los mil y un destellos de las dichosas estrellitas. Por un defecto de fabricación, las persianas de mi habitación no bajan del todo, sino que dejan una distancia de unos 30 centímetros por la que se cuela la luz en forma de pequeños circulitos. ¡No puedo dormir! Me paso la noche contando los segundos que dura cada intermitencia, me los sé de memoria. Al final, no me queda más remedio que taparme los ojos con un jersey y me da claustrofobia. Me gustaría pedir a los gerentes del centro comercial que, por favor, para el año que viene sean un poco menos originales y opten por unas luces fijas que no molestan tanto. Gracias. EDUARDO ALQUEZAR. ZARAGOZA.

DATOS AL DESCUBIERTO. El pasado jueves, al pasar por la calle Doctor Cerrada a eso de las doce de la noche, vi un montón de tarjetas de la Biblioteca Pública de Zaragoza desparramadas por la acera junto a unos contenedores. Lo que me chocó fue que esas tarjetas contenían datos de los usuarios de la citada biblioteca y me indignó ver de qué manera se dejaban al descubierto esos datos, sin ningún tipo de cuidado. Ya vemos cómo los funcionarios de esta institución respetan los derechos de los ciudadanos y la legislación sobre protección de datos. ROBERTO MARIN. ZARAGOZA.

BALDOSAS REPUESTAS. Me gustaría agradecer a este diario la publicación de una llamada en la que me quejaba del estado del pavimento en la calle Capitán Portolés. Al cabo de una semana, vinieron unos señores y colocaron las baldosas que faltaban. No sé si la publicación de la denuncia influyó, pero por si acaso, gracias. A. L. ZARAGOZA.