Cinco heridos graves y otros seis leves es el balance del tercer descarrilamiento que se registra en la línea Canfranc-Zaragoza en lo que va de año. Según relataron los afectados, el convoy chocó con una piedra de más de medio metro de altura, se salió de la vía y se empotró contra las paredes de un túnel, a unos pocos kilómetros del apeadero de Riglos. Los 20 viajeros --dos de ellos niños--, el maquinista y el revisor fueron rescatados por otro tren desplazado desde Jaca, después de que uno de los afectados llamase por un teléfono móvil al servicio de emergencias 112. Los heridos fueron evacuados en ambulancia desde el apeadero de Riglos al hospital San Jorge de Huesca a las tres horas del siniestro, tras negarse la DGA a que continuaran el viaje por ferrocarril.

Fuentes del Gobierno de Aragón manifestaron que el maquinista se llevó la peor parte del accidente y presentaba traumatismos craneoencefálico y torácico, aunque no llegó a perder la consciencia. El resto de los heridos graves sufría fracturas de huesos y los leves, tan sólo contusiones y arañazos.

El delegado territorial de la DGA en Huesca, Alvaro Calvo, lanzó duras críticas a la compañía ferroviaria por el "lamentable" estado de conservación de la línea de Canfranc y advirtió que algún día ocurrirá un accidente aún peor. "Alguno se caerá y tendremos que lamentar la incompetencia de Renfe", señaló indignado en Riglos.

El tren se salió de la vía a las ocho de la tarde, cuando llevaba más de dos horas de viaje y se dirigía ya por los Mallos de Riglos hacia la estación más próxima. Fuentes de Renfe manifestaron que el maquinista llegó a aminorar la velocidad en esta zona al percibir la presencia de piedras en las márgenes de la vía, pero no pudo evitar chocar más tarde con las que había enmedio del trazado, de 70 centímetros de altura, justo antes del acceso al túnel número cinco de la línea. El golpe provocó el descarrilamiento de la unidad y el posterior choque con una de las paredes del paso subterráneo.

La difícil orografía del terreno y la imposibilidad de acceder a la zona con medios convencionales llevó a los servicios de emergencia a decidir la evacuación parcial por ferrocarril. Para ello, se tuvo que esperar a la llegada del tren diurno Jaca-Madrid estacionado en la localidad altoaragonesa, que se desplazó hasta el lugar del accidente y retornó hasta el apeadero de Riglos, donde esperaban media docena de ambulancias y los efectivos de la Guardia Civil y de los Bomberos de Huesca.

Los heridos no pudieron emprender el viaje por carretera hasta las 22.55 horas, después de que la DGA impusiera el traslado en ambulancia hasta Huesca por motivos de operatividad y rapidez frente al empeño de los responsables de Renfe de completar la evacuación por ferrocarril. Según testigos presenciales, hubo momentos de descoordinación.

Al mismo tiempo, la compañía ferroviaria envió el tren taller de Zaragoza al lugar del accidente para encarrilar de nuevo al tren y despejar la vía. Fuentes oficiales consideraron que la vía podría estar expedita hoy por la mañana, pero los técnicos desplazados aseguraron por la noche que necesitarían, al menos, la mitad de la jornada.

Este descarrilamiento sucede al de varios vagones de un tren de mercancías ocurrido la semana pasada y al de otro convoy de pasajeros a mediados de enero. En estos dos casos no hubo heridos.