A esta legislatura le está costando arrancar en las Cortes. Transcurrido casi un año desde las autonómicas, la Cámara regional no acaba de coger el ritmo deseable para una institución que se propone centrar la vida política y social. En estos momentos sólo hay tres futuras leyes en tramitación, aunque sólo una, la que de las Policías Locales, tiene verdadero interés, ya que es un Estatuto en toda regla para este colectivo. Tampoco hay peticiones de comparecencias de miembros del Gobierno. Y muchas de las iniciativas de la oposición se mueven en la mediocridad temática en la que, salvo en contadas ocasiones, se está moviendo la actividad diaria del Parlamento.

Los sucesivos parones provocados por las generales y por las europeas de junio tienen en parte la culpa de este ralentí. La Cámara se está resintiendo de las citas electorales. Pero también de la apatía que muestra el Gobierno PSOE-PAR a la hora de trasladar futuras leyes a la Cámara y elevar el listón de la discusión parlamentaria. Desde el inicio de la legislatura, el Ejecutivo de Marcelino Iglesias apenas ha llevado a la Cámara un puñado de leyes de verdadero calado político. Algo sorprendente para una coalición que repite mandato y que se le supone un más que notable rodaje. A la hora de buscar culpables de esta reanudación soporífera de la actividad tras el paréntesis de Semana Santa tampoco se salva el PP, el principal partido de la oposición y sobre el que en principio debería recaer casi todo el protagonismo en la estrategia de acoso al Gobierno. Los populares atraviesan su particular travesía del desierto, que ya dura cinco años y que se ha agudizado en las últimas semanas con su inesperada derrota de las legislativas. Y todo indica que seguirán navegando sin un rumbo claro hasta la celebración de los próximos congresos nacional, regional y provincial. Sólo debates como el de ayer de las parejas de hecho animan el clima político y devuelven a la Cámara a la realidad.