Su familia estaba ayer destrozada. Tiene tan sólo 24 años, ingresó quejándose de dolor de espalda y para someterse a unas sencillas pruebas hace un mes en el Hospital Clínico. Pero ya no salió en el centro, en cuya UCI permanece ahora. El de esta joven, cuya identidad sus familiares quisieron mantener en el anonimato, es sólo uno más. Y sus allegados dicen estar "indignados". Cerca de ella está ingresado también J. A. A., un vecino de Ejea de 73 años que se rompió un brazo al caer en una acequia cuando iba a regar. Le trataron en el Clínico de Zaragoza y volvió a casa sin preocuparse más que por su escayola. Pocos días después, empezó a respirar con dificultad y se sintió mal. Volvió de nuevo al Clínico. Ayer seguía en la UCI.

Entre los pasillos y en la sala de estar de esa unidad, las historias de éstos y otros pacientes afectados no pasa desapercibida. A estas alturas, se ha creado una verdadera psicosis. Hoy por hoy muchos piensan, y sin motivo que lo justifique, que sus familiares también están afectados, pero que la Administración no se lo dice. "El mío también respira mal y yo creo que tiene lo mismo", explicaba ayer la hija de uno de los ingresados, de 65 años. "No nos lo quieren decir", aseguraba la hija de otro paciente, de 75 años. Cada vez que un médico les dice que tienen que asegurar un diagnóstico, todos piensan en lo mismo. Ni siquiera saben cómo se contagia el germen y desconocen que la bacteria no puede pasar de un paciente a otro, por lo que su preocupación escapa de lo racional.