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El teléfono del lector

PERROS Y NIÑOS. Me gustaría que los hijos de los responsables municipales y de algunos ciudadanos jugaran libres y confiados en los parques públicos. Me gustaría que ensuciaran de arena sus pequeñas manos llenando cubos una y otra vez por el único placer de vaciarlos. Me gustaría que se sentaran en el césped, que se tumbaran a descansar de su carrera --diez metros que a ellos les parecen mil--. Me gustaría que se acercaran a las fuentes a refrescarse. Me gustaría que no tuvieran temor por el alrededor. Y me gustaría que esos hijos de esos responsables municipales y de esos ciudadanos lo hicieran, como el mío, en un parque más lleno de perros que de críos. Perros que asustan sus juegos infantiles, que llenan de mierda y meadas la arena con la que ellos juegan, que dejan sus babas en la fuente y su rastro en el césped. Si no saben encontrar fórmulas para hacer compatible la presencia del perro con la de quienes poblamos las ciudades, no quiero pensar cómo gestionarán los millones que pagamos en impuestos. Que, por cierto, ahora van a subir. RAQUEL S. SOLERA. ZARAGOZA

APARCAR EN DOBLE FILA. Hay épocas del año en las que la Policía Local parece tener mucho mayor empeño en poner multas a los coches mal aparcados. Me parece bien que los sancionen, porque reconforta a quien, como yo, da vueltas y más vueltas hasta que encuentra un sitio apropiado para dejar el coche. Y supongo que emplear más tiempo en las multas en una época del año que en otra se debe a que el afán recaudatorio del ayuntamiento es mayor cuando hay que cerrar un ejercicio económico. Pero me pone de mala leche que, cada día sin excepción, la calle Escoriaza y Fabro o la avenida Duquesa Villahermosa estén plagadas de coches en doble fila (hasta anular uno o dos carriles) sin que se vean policías cumpliendo con su obligación. Y propiciando escarmientos para hacer desistir a los conductores insolidarios. Es mucho más fácil multar al pobre ciudadano que poner, por quinta vez, dinero en el parquímetro en alguna zona azul del centro. Cuesta mucho menos esfuerzo que avisar a la grúa. Vergonzoso. ANGEL R. SANCHEZ.ZARAGOZA

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