Excepcional". Así definió José Luis Sánchez, catedrático de Física de la Universidad de León, los 37 días de granizo que desde el pasado 1 de junio y hasta aproximadamente el 10 de septiembre se han registrado de norte a sur y de este a oeste de Aragón. Según Sánchez, las pedregadas podrían anunciar el inicio de un cambio en el tipo de precipitaciones motivado principalmente por el calentamiento de la tierra y por el cambio climático.

"En los últimos ocho o diez años nunca se habían producido tantos días de granizada", aseguró Sánchez. Y es que esta cifra supone más del doble de la media registrada en el resto de comunidades. Además, el pedrisco presenta características muy especiales. La cantidad de piedra ha sido escasa porque iba acompañada de mucha agua, de manera que, excepto en casos puntuales como los de Monzón y Maluenda, "el daño provocado generalmente no ha sido mucho", según apunta el catedrático.

Según Sánchez, Aragón ha experimentado dos casos que en meteorología reciben el nombre de situaciones extremas. La primera de ellas hace referencia al tamaño de la piedra. "Hemos detectado piedras de siete, ocho y hasta nueve centímetros de diámetro", expresó.

EL CASO DE MALUENDA Este fenómeno se produjo el pasado 19 de julio en Maluenda, cuando este municipio de la comunidad de Calatayud sufrió una tromba que destrozó buena parte de las casas y construcciones agrícolas.

La otra situación se centra en el tamaño de la superficie afectada. "Hubo un día en que la piedra cayó en una zona no inferior a 300.000 o 400.000 hectáreas", manifestó el profesor, "y esto es muy raro", matizó.

En general, aclaró Sánchez, "hemos observado un año con un invierno de sequía y un verano con tormentas". Las precipitaciones caídas durante los meses de verano debido a las tormentas han sido superiores a las que se registraron durante el invierno y la primavera juntas. En un año de sequía, esta situación es un problema, "ya que al caer tanta cantidad de agua junta, a la tierra no le da tiempo de absorberla toda y se pierde la mayor parte", lamentó.

El motivo de que haya llovido más en verano que en invierno y primavera se debe, según el científico, al calentamiento de la tierra y al cambio climático. "Lo que este verano ha ocurrido en parte de España, pero de forma reseñable en el valle del Ebro, puede ser una anomalía o simplemente la cabeza que muestra el clima que nos espera en un futuro y el futuro ya ha llegado", anunció el catedrático. De ser así, "a partir de ya nos esperan inviernos y primaveras secos y veranos lluviosos", conluyó.

Este científico lleva desde 1997 estudiando el clima aragonés. Su objetivo es detectar y analizar las tormentas de granizo para evitar los daños que causan. José Luis Sánchez y su equipo trabajan en un proyecto del Plan Nacional de Investigación que está financiado por el Ministerio de Educación. Estos cazadores de tormentas remiten sus conclusiones a la Consejería de Agricultura del Gobierno de Aragón que, a su vez, los envía a la Mancomunidad de Lucha Antigranizo. Los datos así reunidos permiten ir conociendo la climatología de la zona e ir así mejorando el sistema de lucha contra el terror de los agricultores.