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en primera persona.

DIEGO: "Me desnudo para pedir una ciudad más humana"

Lo de la vuelta ciclonudista nació en Zaragoza y se ha exportado a otras ciudades del mundo. Uno de sus participantes explica el por qué de la provocación. Se desnuda, dice, por una ciudad "más humana".

Este participante de la marcha ciclonudista que se celebró el sábado en Zaragoza tiene cara, nombre, apellidos y profesión. A Diego Colás, titulado en Ingeniería y becario en la Universidad de Zaragoza, no le da vergüenza quitarse la ropa para llamar la atención sobre la zozobra de la ciudad tradicional, con distancias cortas y todo a mano, y los problemas que nos está trayendo ya el cambio climático, un fenómeno peligroso al que aún no se le ha puesto coto. En esta protesta, la bici le viste y le acompaña.

Con lluvia y con una buena tronada, los defensores de la bicicleta salieron a pasear por toda la ciudad su protesta, con el desnudo integral como reclamo. Son ya muchos años de marcha ciclonudista y a casi nadie le escandaliza. "Pero sigue siendo una forma efectiva para llamar la atención sobre cuestiones que nos parecen fundamentales, y que llegan a la gente con mucho dificultad", explica Diego.

De los 31 años que tiene, lleva ocho metido en el movimiento de promoción de la bicicleta en Zaragoza, con un pequeño paréntesis intermedio. Es defensor convencido de la marcha anual en cueros, aunque confiesa que esta ha sido la primera vez que se quita la ropa y se sube a la bici con sus compañeros. Además, se ha estrenado como organizador del evento.

Pertenece, por supuesto, al colectivo Pedalea. Y se define como ciclista urbano, esos que lo mismo se tienen que subir a la acera como que se lanzan en medio de los coches en las calles de centro, donde es prácticamente imposible contar con un carril específico para las bicis. "Mi primera bici me la regalaron mis padres y tenía cinco o seis años. Desde los 16 o los 17 la utilizo siempre para mis desplazamientos urbanos".

Sus máquinas le duran años. De hecho, desde que es adulto solo ha tenido un par. "Cuando las usas para moverte por la ciudad en lugar de usar el coche, te olvidas de virguerías porque necesitas bicis robustas, sin complicaciones". Ahora va por Zaragoza con una de montaña, que le sirve también para las vacaciones.

Cuando defiende un modelo de ciudad más compacto, más humano y pacto para los ciclistas, sabe lo que se dice. Cada día pedalea una media de 20 kilómetros para ir de la casa a su puesto de trabajo en la escuela de Ingeniería y para llegar a todas las actividades de su vida diaria. Y se encuentra "con que no existen apenas carriles bici y los que se han construido están pensados para el paseo, no para el transporte. Lo que necesitamos son calzadas de verdad, como las que tienen los autobuses". El ejemplo, precisa, es el recién estrenado carril bici de Echegaray, muy concurrido por su situación estratégica y uno de los pocos que discurre por el centro de la ciudad. "Estamos a la altura de los peatones y se producen encontronazos, no es la mejor situación", explica.

Su labor como becario de investigación le liga también de forma especial a la reivindicación de la marcha del pasado sábado, que avisaba de las consecuencias del cambio climático. "Trabajo --dice-- en proyectos relacionados con las energías renovables; concretamente, con la energía solar".

Esta vez, los ciclistas han compartido desnudo con el colectivo Aragón no se vende, porque no quieren encasillar la marcha y, además, porque quieren que sirva para promocionar ideas justas. "Aunque la gente ya lo conoce, es aún un sistema válido para reivindicar. Desde Zaragoza se ha extendido a doce ciudades en todo el país, y también se convocan marchas de este tipo en París o Londres. Es verdad que se ha convertido en un clásico, pero de ninguna manera queremos que sea algo rutinario".

Insiste en que las peticiones de infraestructuras para posibilitar el uso de la bicicleta tiene mucho que ver con la exigencia de una ciudad sin movimiento especulativo. "Para un ciclista, es fundamental contar con un casco urbano de modelo europeo, compacto y desarrollado hacia adentro. Si tenemos que hacer kilómetros cada día para ir de compras, para hacer alguna actividad de ocio o para volver a casa, la bici deja de tener sentido y no queda más remedio que acudir al coche o al autobús del transporte público, que también supone una contaminación extra".

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