Buenas noticias para la sanidad pública aragonesa y para sus usuarios. Dos de ellos han sido los beneficiarios de una nueva técnica desarrollada, por primera vez en la comunidad, que permite tratar los casos más graves de aneurisma de aorta --la inflamación de esta arteria--, sin necesidad de abrir ni el tórax ni el abdomen de los enfermos. El honor corresponde al Servicio de Cirugía Vascular del hospital Miguel Servet de Zaragoza, que ya es capaz de implantar prótesis aórticas intravasculares y personalizadas para pacientes a los que, por el peligro que entrañaba la operación, quedaban descartados para recibir una cirugía abierta.

Según explicaron ayer los responsables del programa, que se lleva a cabo aún en pocos hospitales españoles y europeos, la colocación de este tipo de prótesis se realiza ahora con métodos "mínimamente invasivos", por lo que se corre un riesgo "mucho menor". Desde hace más de 15 años, este centro zaragozano trata con prótesis los aneurismas de aorta que se producen tanto en la parte del tórax como bajo la zona renal. Sin embargo, en el área que queda en el medio la aorta presenta ramificaciones para las distintas vísceras del cuerpo, que hacen imposible la implantación de los dispositivos convencionales.

LA NOVEDAD La cirujana vascular Ana Cristina Marzo, integrante del servicio, resaltó ayer que "la novedad es que se trata de prótesis hechas a medida de cada paciente, ya que no todos tenemos las salidas de los troncos viscerales de igual manera". "Estas prótesis conllevan un estudio milimetrado, a través de un escáner, que permite hacer una reconstrucción de la arteria", añadió Marzo, quien también explicó que los dos pacientes tratados, dos personas de más de 60 años, "evolucionan bien". Ambos fueron sometidos a operaciones de más de 8 horas.

En ambos casos, el equipo, liderado por el jefe de servicio, Miguel Ángel Marco Luque, y asistido en quirófano por el experto alemán Rolf Dammrau, colocó una prótesis "por dentro" de la arteria dilatada. En uno de los enfermos, fue precisa la implantación de un dispositivo "con cuatro ramas", tal y como apuntó la doctora Marzo. En concreto, esta prótesis es como un tubo, del grosor de la aorta normal, del que salen ramificaciones, a través de las cuales se pueden colocar pequeñas endoprótesis hasta los troncos viscerales, quedando así unidos al riego que fluye por la arteria.

En el otro enfermo, se implantó una prótesis fenestrada, llamada así porque dispone de ventanas para el paso del flujo. La nueva técnica permite acomodar esos orificios al nacimiento de las arterias renales que salen del área del aneurisma, que de otro modo quedarían tapadas por la pared de las prótesis convencionales.

Los casos de aneurisma de aorta son cada vez más frecuentes, debido, fundamentalmente, al envejecimiento de la población. Así, crece el número de pacientes con arteriosclerosis, que debilita las paredes de las arterias e incrementa el riesgo de su ruptura. Cuando esta dolencia se produce por encima de las vías arteriales renales, se pueden comprometer además las intestinales, las del estómago y las del hígado. Un problema que, aunque presenta una extrema gravedad, tiene por fortuna escasa incidencia. De hecho, la previsión del Servet es acometer entre 2 y 3 intervenciones al año.

Habitualmente, las dilataciones de esta aorta se diagnostican en de forma casual, cuando el paciente es sometido a otros tratamientos, normalmente de las especialidades de urología o cirugía general. La DGA recordó ayer que este tipo de intervenciones deben acometerse en hospitales de alto nivel, como el propio Miguel Servet.