Mercedes padece diabetes desde hace casi una década. Su endocrino decidió someterla a la misma operación que se realiza para tratar la obesidad mórbida, aunque, en su caso, solo para la diabetes. "Cuando me apunté me dijeron que tardarían un año y medio y ese plazo ya se cumplió en marzo", asegura. Ahora, no tiene "ni idea" de cuándo le llamarán para entrar al quirófano. "La última vez que llamé me dijeron que, con suerte, sería a finales de septiembre u octubre".

A sus 59 años, y aquejada de artrosis, la demora le está provocando "numerosas molestias y sufrimiento". De hecho, se ha visto obligada a permanecer toda la semana en Híjar, donde trabaja, porque su enfermedad no le permitía ir y volver a Zaragoza a diario. "Dos horas de viaje es penoso para mí. Se me duermen las piernas", indica.

Mercedes admite que la diabetes "me está minando por dentro, como lo hizo con mi madre y también con mi abuela". Cada seis meses debe acudir al oculista para ser examinada del fondo de ojo y sueña con poner fin al problema. "Operarme supondría eliminar las siete pastillas diarias que estoy en la obligación de tomar, además del pinchazo correspondiente". Además, la artrosis también remitiría "al bajar de peso".