Luis Pedro Rocaful Gutiérrez disparó hasta en dos ocasiones contra los agentes de la Policía Nacional que intentaron que saliera del bar Maxi-2 en el que había decidido atrincherarse.

Ocurrió cuando ya iban a cumplirse las 20 horas encerrado y el Grupo Organizado de Operaciones Especiales (GOES) del Cuerpo Nacional de Policía decidió entrar dentro del establecimiento. Previamente habían lanzado los gases lacrimógenos y granadas aturdidoras "con el claro objetivo de salvarle la vida", señalaron desde la Jefatura Superior de Policía en Aragón.

Sin embargo, tras descargar el revólver, que había adquirido recientemente, decidió meterse en un cuarto con una puerta semiblindada para pegarse un tiro en la sien que acabó con su vida de forma inmediata.

El enfrentamiento entre los agentes y el fallecido pudo haber llegado a mayores, ya que en el interior de uno de los bolsillos de su pantalón se encontraron 12 cartuchos, además de los seis con los que había alimentado su arma.

ENCAÑONÓ A LOS AGENTES Este hombre de 63 años encañonó y desafió a los agentes en varias ocasiones. La primera de las ocasiones fue nada más desplazarse hasta allí las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado cuando quería llevarse de la barra tabaco y una botella de alcohol. En ese momento, fue contra los policías que tuvieron que dar un paso atrás para evitar que se pusiera más nervioso y utilizara el arma.

También señaló con su pistola a los GOES momentos previos a entrar en el cuarto para suicidarse. Según fuentes consultadas, les sorprendió porque, a pesar de los gases, había conseguido desplazarse de lugar y esconderse cerca de una puerta. Los agentes pudieron responder a esa amenaza, si bien se replegaron protegidos detrás de los escudos, mientras decían: "Luis, por favor, tira el arma y ven con nosotros"; pero no accedió.

NEGOCIACIÓN Estuvo la mayor parte del tiempo en el interior de una especie de torre de vigilancia que era el altillo del bar. Desde allí fue donde negoció con el agente encargado de conversar desde el primer momento en el que la Policía se personó en la calle La Salina, del barrio zaragozano de San Pablo.

No solo pudo conversar con su hermana, sus dos hijos Simeón y Daniel y con su expareja Fátima Sánches, sino que en ese lugar estuvo consumiendo estupefacientes. Según fuentes policiales, sobre una mesa se encontró un canutillo, una tarjeta de crédito y una papelina de cocaína, además de whisky con refresco.

Como consecuencia del tiempo y del consumo de estas sustancias, hubo un momento en el que Luis Pedro Rocaful se quedó dormido, llegando a disparar el arma que llevaba permanentemente en la mano y que nunca quiso entregar. Su negativa a deshacerse del arma incluso superó a su necesidad de ver de cerca a Fátima, ya que el negociador evitó que accediera al bar para que no pudiera hacer nada contra ella.

No obstante, el finado sí pudo decirle todo lo que pensaba en forma de carta. En dicha misiva le mostró su amor, a la vez que le dijo que se había gastado su último euro en pagar las deudas, incluso negoció 21.000 euros que se le iban a embargar.