Para el PP y Cs en Zaragoza no va a ser sencillo depender tanto de los dos votos de Vox si cada sesión plenaria le prepara platos envenenados como exigir el destierro del Che Guevara del callejero municipal, equiparando su historial revolucionario a la represión franquista, o como instar a la españolización de las denominaciones de Lleida y Girona en la cartelería del cuarto cinturón, que nunca ha sido objeto de crítica por parte de ningún partido ni de ninguna asociación. Y si además obliga al alcalde, Jorge Azcón, a ejercer su voto de calidad y ser decisivo para aprobar este tipo de polémicas ideológicas de dudoso interés público, la incomodidad va en aumento. Esto se dio con la moción sobre la plaza Che Guevara, en el Actur. La aritmética, tras ausentarse varios concejales de la sesión, dejó un empate a 14 votos que le otorgó un protagonismo que no quería.

Y es que la derecha, como antes le ocurría a la izquierda, tensa por momentos sus costuras a base de debates que, en la práctica, para el ciudadano de a pie le sirven de bien poco. Y más si, como en el caso de la petición sobre españolizar Lleida o Girona, es una «cuestión de legalidad» lo que impide hacerlo desde hace más de 20 años. Si lo impusiera podría ser equiparable al revés del Príncipe Felipe.

Toda la sesión estuvo salpicada de momentos así. Apoyo cerrado a la Casa de la Mujer, cuando la ultraderecha cuestiona que Igualdad sea una competencia del ayuntamiento. Defensa del colectivo LGTBI cuando hace unos días Carmen Rouco, de Vox, abría la puerta de su despacho a «normales y no normales»... Podemos recordó a PP y Cs que son gobierno gracias a esa «homofobia», y lo hacía, curiosamente, en una moción en la que la formación naranja trataba de condenar su «agresión» sufrida en el Día del Orgullo en Madrid.

ESTRATEGIA SIN MATICES

El pleno ayer iba de derechos y libertades. Y se tensa cuando la ultraderecha opina de la memoria histórica, que debería ser algo «individual, no colectivo», arrastrando a un PP que lleva años intentando deshacerse de la losa del franquismo en sus siglas.

Y eso que el Gobierno PP-Cs estrenaba su táctica para este mandato de que solo uno de ellos hable en temas en los que están de acuerdo, e intervengan ambos cuando hay discrepancias Y si la cosa se tuerce, el alcalde hará uso de su derecho a cerrar cualquier debate y sin derecho a réplica. Gana tiempo a la maratoniana sesión pero se pierden matices, que los hay. Ahorran tanto tiempo como Vox en asuntos de calado, un catalizador que compensa los excesos de otros partidos.

Esas costuras, por ejemplo, se tapaban en lo referente al reglamento de protocolo y a si los concejales pueden salir con banda en actos religiosos como el Corpus. En eso, Cs está más próximo a la izquierda, pero solo habló Sara Fernández y para rechazar la revisión porque se limitaba a dos apartados solo, los que hablan de la no obligatoriedad y de solo hacerlo en San Valero y en Pilares. Pero prometió crear un grupo de trabajo. Un clásico.