El despido de 119 trabajadores anunciado por Schindler supondrá el cierre de toda la fábrica de Zaragoza, lo que pondrá fin a una actividad con más de 70 años de historia como heredera de la emblemática Giesa, fundada en 1946. Fuentes de la compañía confirmaron ayer que la desinversión afecta a la totalidad de la producción de la planta ubicada en el polígono Empresarium, tanto de la líneas de componentes de seguridad de ascensores como de cabinas especiales y máquinas de tracción. La consecuencia de esta marcha, que los sindicatos y el comité no dudan en tachar como deslocalización, tendrá además un efecto arrastre sobre proveedores locales, algunos de los cuales pueden ver comprometida su continuidad al ser este su principal cliente.

Aunque la empresa trata de dulcificar las consecuencias la decisión, la supresión de la fabricación implica la defunción de una de las históricas industrias de Aragón, considerada entre las mejores del sector secundario por sus condiciones salariales. Desde la multinacional suiza destacan que, aunque dejará de fabricar en la capital aragonesa, mantendrá aquí una parte importante de actividad, con algo más de 300 trabajadores en diferentes líneas de negocio. Pero a nadie se le escapa que la parte de más valor añadido es la que se va a clausurar, la unidad de producción denominada Schindler Drive Systems (SDS), cuya facturación anual ronda los 70 millones de euros.

La compañía continuará teniendo en Empresarium distintos servicios y departamentos, como el centro logístico, que emplea a unos 50 trabajadores y gestiona los pedidos de Europa y Norte de África. El ERE tampoco afecta a las oficinas situadas dentro de este complejo industrial, donde se encuentran el centro de formación de montaje de ascensores y unidades de ingeniería, asistencia técnica, atención al cliente, pedidos, seguridad de producto o calidad. Otro departamento que continuará en este ubicación será el de informática, que ha experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años y cuenta con cerca de un centenar de empleados. Y lo mismo ocurre con la sucursal de mantenimiento de ascensores, situada en el barrio de La Jota, a la que están asignados otros 70 trabajadores.

MINIMIZAR LOS EFECTOS

El despido colectivo se circunscribe así al taller (fábrica), donde la mano de obra directa la componen 80 operarios. El resto de los afectados por el ERE pertenecen a áreas asociadas a la fabricación como calidad, logística interna o ingeniería. El grueso de este personal tiene entre 45 y 53 años de edad, según fuentes del comité.

El anuncio del ERE ha caído como un jarro de agua fría entre ellos. Se barruntaba desde hacía varios meses que se iba a producir algún recorte pero no algo de esta magnitud. Lo que parecía una pérdida de capacidad de producción ha acabado suponiendo el cierre completo de la fábrica. El comité, no obstante, mantiene la cautela y confía en que el proceso de negociación con la empresa que se iniciará el próximo miércoles permita revertir la desinversión y, a lo sumo, minimizar los efectos mediante recolocaciones o prejubilaciones. «Si una empresa ganando dinero apuesta por llevarse el trabajo a otro sitio, eso tiene que tener un coste», advirtieron desde el comité, que aseguran que la producción será traslada a la fábrica de Dunajská Streda (Eslovaquia).

Los efectos del cierre trasciende las paredes de la fábrica, ya que «puede llevarse por delante otras empresas», sobre todo, pequeños talleres que trabajaban casi en exclusiva para la planta, según fuentes conocedoras de la empresa. Y es que, unos 250 proveedores trabajan con esta factoría zaragozana, según ha reconocido la propia Schindler en sus comunicaciones. Entre estas firmas auxiliares figuran Luezar, Garbi, Jordan Aragon, Metal Apotheka, Wittur, Emesa o Talleres Villanueva, entre otras, que deberán de capear con la pérdida de este cliente.

Aragón concentra un núcleo importante de fabricantes de componentes de ascensores, con alrededor del 10% de la producción nacional y más de 1.000 empleos. Esta industria, sin embargo, viene perdiendo fuelle en los últimos años, una caída que ahora se intensificará con el cierre de la fábrica de Schindler en Zaragoza.

UN SECTOR EN APUROS

El sector sufrió un duro revés durante la crisis por el pinchazo inmobiliario. En paralelo, se ha deslocalizado progresivamente a países de Europa del Este, tendencia a la que ahora se suma la desinversión productiva de Schindler, según denuncia los sindicatos de la planta,

«Este cierre va a tener un impacto muy fuerte para el sector de la elevación en Zaragoza», aseguró ayer a este diario un conocido empresario de esta actividad. «La mano de obra en España no es competitiva; el sector se está yendo a los países del Este», asegura. Wittur y Emesa (grupo Savera), que cuentan con centros de trabajo en Zaragoza, tienen ya un pie en estos países, que ofrecen mano de obra más barata y menores costes logísticos.

Por su parte, la Federación de Empresarios del Metal de Zaragoza (FEMZ) expresó ayer en un comunicado su «preocupación» por la situación de Schindler: «Es una de las grandes empresas con las que cuenta Aragón y la noticia supone un gran impacto para todos».