Una mañana cualquiera, de lunes a viernes, las furgonetas de reparto se agolpan en la plaza. Las zonas de carga y descarga se quedan pequeñas para tanto trajín y la doble fila de coches acaba copando la postal. Este es el día a día de la zaragozana plaza Santa Engracia que puede que cambie más pronto que tarde porque el equipo de Gobierno de la ciudad quiere reformarla y peatonalizarla.

El proyecto tiene un doble objetivo: reorganizarla y cambiar su imagen actual para poner en valor la iglesia renacentista que la da nombre. Lo hará, entre otras cosas, porque el departamento de Patrimonio de la DGA le envió un requerimiento solicitándole que actuase y la reorganizara, dado que conviven en su espacio cabinas telefónicas en desuso, aparcamientos de bici, coche o motos y zonas de carga y descarga, además de una estación de Bizi Zaragoza y cartelería y señales sin control.

No es el único motivo porque el alcalde, Jorge Azcón, ya tenía en mente actuar en Santa Engracia y ahora ha decidido que sea el lugar elegido para crear el espacio que recuerde a las víctimas del covid en la capital aragonesa La decisión no convence entre los comerciantes y transportistas. Estos coinciden en que todas las calles o plazas que se convierten en peatonales acaban perjudicando sí o sí a sus negocios.

Ana Nuin, que lleva años regentando el estanco que hace esquina en la plaza con Independencia, no ha recibido muy bien la noticia. «¿Qué quieren, que sea todo cemento? ¿Eso es más bonito?», cuestiona. Comprensiva con que es necesario reducir el tráfico de vehículos privados, cree que ya se «ha limitado bastante» la circulación por la zona. «El paseo Independencia es muy ancho y permite pasear. Ya nos fastidiaron cuando quitaron la parada de taxis de la plaza y ahora quieren hacer esto. No lo veo necesario», insiste esta estanquera que ha repartido más de un número premiado de la lotería de Navidad.

Transporte

Quien está completamente a favor es el lotero. «Me parece de lujo. Muy bien. Es lo mejor que nos podría pasar porque es un horror que haya tanto coche siempre por aquí y no solo aparcados, porque siempre están en doble fila y se pasan el día pitando», comenta Carmelo Zorrita, aunque admite que a este paso no se podrá llegar al centro en su vehículo. Dice que además de que la plaza luciría «más bonita» y que se «reduciría la contaminación», habría «mucha más gente paseando por aquí».

En uno de los portales de la plaza cuelga un cartel anunciando que se alquila terraza para rodar anuncios. Un escaparate a uno de los puntos con más movimiento que generaría más tranquilidad para sus vecinos si se peatonalizara. Uno de ellos dice que es «un horror» abrir las ventanas en verano porque solo se escucha el motor de los coches y los cláxones. Firmaría ya mismo la reforma.

Cristian Monterroso, un repartidor que está toquiteando su teléfono a las puertas de su furgoneta está totalmente en contra. «Pero si lo que tendrían que hacer es ampliar el espacio para carga y descarga», responde. «No se dan cuenta de que por esta zona se reparten muchos paquetes y que tenemos que cumplir unos tiempos de entrega. No podemos perderlo aparcando más lejos», asegura. «Esto será una locura, ¿dónde aparcaremos? Además tendrán que eliminar plazas para coches para crear zonas de descarga y ya hay problemas a diario», añade.

En uno de los bancos de la plaza, a la sombra, está Pilar Hombrados absorta. En un primer momento no sabe si le parece bien o mal que se peatonalice. Piensa un poco y concluye: «Pues no me gusta porque el paseo ya es suficientemente grande como para andar. No creo que sea necesario otro espacio peatonal», comenta.

En su reflexión incluye que los más perjudicados serán los comercios y transportistas, que van de un lado a otro con sus carretillas cargadas de paquetes. La reforma de Santa Engracia no solo permitirá descongestionar de coches una de las áreas más transitadas de la ciudad, como es esta manzana, con todas las bocacalles del perímetro por las que aparcar es una ardua misión donde la suerte y la paciencia juegan el mismo partido, también permitirá poner en valor un Bien de Interés Cultural, como es la iglesia.