El Gobierno apoya esta industria, la del porcino, por el empleo que se genera y justifica la multiplicación de los beneficios económicos de los últimos años que quedan en las pocas manos que gestionan el mercado de exportación del 60% de la producción.

Los críticos de esta industria aducen los graves problemas ambientales y sociales que genera la ganadería intensiva. Unos hablan y otros no quieren oír, sobre la importación de materias primas a miles de kilómetros de distancia y que supone, como señala Gustavo Duch, un grave impacto en la amazonia brasileña. Pero también de la utilización del 70% de antibióticos a nivel mundial (penicilina y tetraciclina) en esta industria ganadera y que nos puede conducir a resistencias antimicrobianas que para algunos es «la mayor amenaza de la salud humana sin excepción», del 18% del CO2 en Aragón y de la contaminación de aguas superficiales y subterráneas de la que es responsable esta «fascinante actividad».

Unos hablan y muchos no quieren oír que, de dos masas de agua afectadas por nitratos en el 2003, Aragón ha pasado a 23. Paralelamente se han declarado 17 zonas vulnerables a la contaminación por nitratos en el año 2019 en un total de 130 municipios afectados. En Zaragoza, no hay que acudir a medidas químicas que nos indiquen la presencia de nitratos, ya que las algas de cada verano en el Ebro nos delatan su presencia. Cada vez es más cierto que las granjas son líneas de montaje de una fábrica. Todos los lechones son genéticamente iguales. Se les arrancan dientes, cola y testículos y su hacinamiento es tal que algunas crías quedan aplastadas por sus madres de más de 300 kilos que apenas se pueden mover en sus jaulas de 2 metros cuadrados. El destete se hace a las pocas semanas de gestación. Se corta todo vínculo con sus madres. Y como señala Peter Singen, profesor de Bioética en Princeton, comer carne industrial es inmoral «por lo que les hacen». En situación de covid, el riesgo es todavía mayor.

En este estado de cosas, hubiera sido deseable una moratoria en la concesión de nuevas instalaciones ganaderas, hasta que la adaptación de la normativa y las prácticas del sector, ofrecieran mayores garantías de salud colectiva. Por el contrario, constatamos la inversión de mil millones de euros de capital alemán para la construcción de un matadero en Calamocha o la de una fábrica de piensos en Bujaraloz de capital catalán cuyas actividades van a generar el crecimiento de las industrias del porcino en territorio aragonés.

Después de este llamativo crecimiento, Aragón ya es la región con mayor densidad de porcino de toda Europa, de donde vienen continuas inversiones para el crecimiento de un sector, que los países del resto de la CEE no tolera en sus territorios. Las razones son fáciles de entender y no son otras que la permisividad existente en Aragón con respecto a otros países europeos e incluso con respecto a Cataluña.

Se argumenta que este modelo industrial permite un aumento del consumo de carne en todo el planeta debido al bajo coste del producto. Habría que argumentar de igual forma, que el 25% de la humanidad ya tiene problemas de obesidad que afectan fundamentalmente a las clases populares porque las clases adineradas pueden pagar los productos de mayor calidad y la factura del nutricionista. En sentido parecido, la ministra de Agricultura de Alemania, antes estos graves problemas de salud, ha declarado que consumir carne barata no es un derecho humano.

Discrepancias con Olona

El 24 de abril pasado hicimos diez preguntas al consejero Joaquín Olona. Una de ellas era conocer la cantidad de nitrógeno (N) producida por las 18 millones de cerdos que anualmente se crían en Aragón (14 cerdos por persona). Después de cuatro meses de espera, la respuesta es de 45.000 toneladas.

Nuestra sorpresa ha sido que, aún aceptando la reducción de 7,25 kilos de N por plaza de cerdo, a 5,44 debido a la mejora de las técnicas y aceptando que cada madre reproductora produce 20 kilos de promedio, con unas simples cuentas el total de N producido es de 57.000 toneladas. Esta cantidad sumada a las demás cabañas ganaderas, alcanza las 72.000 toneladas de N. Si a ello se le suma el fertilizante inorgánico comprado en Aragón, las cifras son cercanas a las 300.000 toneladas al año.

Se preguntó también por el total de nitrógeno necesario para fertilizar los 1,2 millones de hectáreas de suelos de cultivos en Aragón. Para nuestro asombro, en el 2020, la consejería desconoce este dato. Como también desconoce el necesario para cada localidad y comarca. Es difícil de entender cómo se puede gestionar y planificar el sector del porcino desde este desconocimiento.

Si a la lentitud en la ampliación de la normativa existente se le añade esta dosis de desconocimiento de que hace gala la consejería del ramo, las consecuencias son evidentes. Cada vez aumentarán las masas de agua contaminadas y el número de zonas declaradas vulnerables por contaminación de nitratos. La ignorancia alcanza también a las necesidades de agua de toda la industria del porcino. Según nuestros cálculos es mayor que las necesidades de toda la población de Zaragoza sumando las domesticas, industriales y las de parques y zonas verdes.

El futuro

El hecho de que en los últimos 10 años hayan desaparecido 748 industrias del porcino de menos de 2500 plazas mientras que se han creado 223 de más de 3.500 plazas, demuestra que los ganaderos locales pierden terreno frente a las grandes integradoras. Esto aboca a este sector a un futuro incierto en el que parece que desde el Gobierno de Aragón se dice: «Todo para el porcino».

Mientras los últimos eslabones de la cadena de los mataderos son trabajadores mal pagados del Este europeo y subsaharianos, se desarrolla un urbanismo exprés para aprobar expropiación de suelos, aplicando un discutible Interés General para Aragón en las grandes instalaciones que ocupan el paisaje aragonés. Las subvenciones al sector cárnico en este año han alcanzado los 9 millones de euros.

Desde el 2009 se tiene que hacer la revisión del Plan de saneamiento y depuración. Cabría esperar que la ganadería industrial se considerase industria contaminante. Pero, sinceramente, no lo esperamos. Si hay multas de Europa , ya las pagaremos entre todos. Y dado que la fiebre porcina africana se ha extendido por 14 países europeos, el último Alemania, se pide por organizaciones agrarias y por partidos de la oposición que se actúe contra los jabalíes que son los que pueden portar esta peste y se pide, en la práctica, una eliminación drástica.

Burbuja y negocio

Aragón flota en una inmensa burbuja de la que unos pocos hacen un negocio redondo mientras la inmensa mayoría, partidos y sindicatos agrarios incluidos, prefiere mirar hacia otro lado desde el sentimiento de su inevitablidad. No sabemos cuándo pero, con certeza podemos decir que todas las burbujas estallan. No sabemos si será por la competencia de países sudamericanos que, como Argentina, se suman a la instalación de megagranjas, porque se resuelva el problema de la peste africana o porque la contaminación de las aguas, el aire y el suelos hagan de Aragón un espacio insostenible. Mientras tanto seguiremos entre la fascinación y la aberración.

**Jesús Sampériz Maluenda es miembro de Ecologistas en Acción