Los parques de ocio infantil siguen sin poder abrir a pesar de la relajación de las restricciones en otros ámbitos, un hecho que en el sector viven con incredulidad y desesperación. «Salud Pública nos confirmó esta misma semana que no podíamos funcionar todavía hasta que Aragón no entre en fase 2», explica el vicepresidente de la Asociación de Parques Infantiles y Salas de Ocio de Aragón (Apisoa), Fernando Gómez.

A la desesperación de mantener los negocios cerrados, muchos de los cuales pertenecen a pequeños empresarios, se une la indignación que les provoca ver como otros establecimientos sí que han anunciado su reapertura. Es el caso de Selvatik, cerca del centro comercial Aragonia de Zaragoza, que sirviéndose de su licencia como bar-restaurante han podido subir su persiana de nuevo.

En la página de Facebook de Selvatik anunciaban esta semana que ayer volvían a funcionar. Abren el restaurante pero también se podían hacer reservas para el parque de juegos que tienen instalado dentro. Desde la empresa no quisieron aclarar en qué condiciones iban a volver a la actividad, pero hay otros empresarios del sector que lo consideran injusto. Si bien, horas después informaban a través de su perfil en las redes sociales que no iban a poder admitir reservas para la zona de juegos infantiles.

«Pasa con los locales de camas elásticas, que tienen licencia de actividades deportivas y sí que pueden abrir. Nosotros no queremos que no les dejen trabajar, pero si ellos pueden nosotros también deberíamos», apunta Gómez.

En Aragón hay unas 50 empresas dentro de este sector y la mayoría están en Zaragoza. Desde la Navidad ya han cerrado «dos o tres locales», que se unen a la decena que ya clausuraron el año pasado.

Desde Apisoa se han puesto en contacto con Salud Pública en varias ocasiones ya para presentarles unas medidas de protección que podrían implementar estos locales para permitir su reapertura de forma segura, pero según lamenta Gómez todavía no han obtenido respuesta a los requerimientos.

«Lo peor es la incertidumbre por que en los decretos ni se nos menciona. No se nos tiene en cuenta», lamenta el vicepresidente de Apisoa. Mantener un local cerrado de estas características cuesta entre 2.000 y 2.700 euros al mes «y no hay empresa pequeña que soporte estas pérdidas durante once meses», que es desde cuando no han podido desarrollar su actividad con normalidad. Desde que comenzó la pandemia el sector ha dejado de ingresar, según Apisoa, unos dos millones de euros y las pérdidas ascenderían hasta el millón y medio. «Queremos trabajar pero llegados a este punto también necesitamos ayudas para subsistir. Y no hay ninguna partida destinada ni pensada para nosotros», dice Gómez.