Quitarse la mascarilla sí o no. Esa es la cuestión. Y parece que hay unanimidad en que llega el verano y en los exteriores podría no ser necesario llevarla. Sin embargo, existen muchos peros, quizá no para hoy pero sí para el mañana y los especialistas lo ponen de manifiesto. Evitar la gripe, controlar la incidencia y usar el sentido común a la hora de ponérsela o no incluso en exteriores son algunos de los matices que proclaman desde el Colegio de Enfermería, el Colegio de Médicos o expertos como el epidemiólogo Nacho de Blas.
Siempre se ha dicho que en el campo o en sitios abiertos al aire libre era «exagerado», asegura De Blas, que apunta a que el límite es «difuso» al hablar de mucha afluencia. «¿Cuánto es mucha gente», se pregunta. Y responde: «No es lo mismo en una piscina que se respete el aforo y se mantenga la distancia social o si estoy caminando por el campo o en una pradera que esté llena», dice. Por eso, el epidemiólogo cree que habrá que tomar como norma el «sentido común» incluso en sitios en los que «no nos obliguen». Y puntualiza: aunque el 40% de la población esté vacunado, por ejemplo, el que va a las discotecas, «no lo está». Por eso, señala que si va con sus alumnos y no hay distancia, «yo me pondría la mascarilla, porque estoy inmunizado, pero ellos no»; o si va a una residencia de ancianos». En definitiva, «el sentido común debe prevalecer sobre la norma», asegura, para apostillar: «El blanco y el negro está claro, pero es difícil definir la gama de grises y si vamos a la responsabilidad individual hay un problema».
Teresa Tolosana, presidenta del Colegio de Enfermería, reconoce que «no es descabellado» permitir no llevar mascarilla en el exterior, pero llama a «pensar en el futuro», en su uso en «medios de transporte, salas de espera o en temporadas por rebrotes, no solo de covid si no de otras enfermedades, como la gripe». Y es que «ha demostrado que sirve para prevenir, ha sido útil y necesaria», igual que el lavado de manos, que debemos mantener en el tiempo.
Desde el Colegio de Médicos, su secretaria, Belén Lomba, también ve con buenos ojos la relajación en los tapabocas, pero siempre controlando «cómo va la incidencia o el ritmo de vacunación». Por eso, considera que es «planteable» no llevarlas en exteriores cuando «no hay mucha densidad de población», pero hay que tener en cuenta qué prevalece y ella lo tiene claro, evitar el «riesgo» porque mayores y niños que llevan con dificultad la mascarilla, lo hacen porque «hay que evitar contagios».
La opinión de la calle