Como un alud que arrasa con todo lo que se encuentra a su paso, los empresarios y alcaldes del valle del Aragón temen que el anuncio del cierre de la estación de Candanchú se lleve por delante su forma de vida y hasta a una parte de la población que hasta ahora reside en la zona. Aunque el río sonaba desde hace tiempo, el anuncio de la empresa propietaria, Ibernieve, de no abrir la estación el próximo invierno, congela las esperanzas de los que viven de la nieve en el entorno del río Aragón. Y son muchos.

Estiman que la clausura de las instalaciones se llevaría, como una avalancha, la mitad de sus ingresos. La mitad de los hoteles, restaurantes, albergues y viviendas rurales que hospedan a los amantes del esquí. Con ello, temen, la muerte de Candanchú sería el inicio de la agonía del valle. Y la llegada quizá de las escuelas cerradas, las calles vacías y la despoblación más rampante. Pero también expresan su esperanza en que no se cumplan los peores augurios y la propiedad, con Aramón (participada por el Gobierno de Aragón e Ibercaja) puedan dar con una solución.

"Un varapalo"

"Es un varapalo muy fuerte. Que Candanchú no abra supone perder el 50% de nuestros ingresos vinculados a la nieve", explica el alcalde de Canfranc, el socialista Fernando Sánchez. A solo 11 km de la estación, la localidad de poco más de 500 habitantes cuenta con tres hoteles, tres albergues y numerosas viviendas de turismo rural. "Todo está dimensionado para tener el influjo de dos estaciones, Astún y Candanchú. Si cierra una, la mitad de los establecimientos tendrán que echar la persiana", reflexiona. A ello se sumaría la pérdida de empleos directos. De los 150 trabajadores de Candanchú, buena parte son vecinos de Canfranc, Jaca o Villanúa. Por ello, insistió Sánchez, «no podemos permitirnos que se cierre». Consideró, además, que los actores implicados harán un esfuerzo para mantener la estación abierta.

Para Jaca, ciudad de referencia de quienes esquían en Candanchú, la estocada del cierre sería dañina, "no mortal", afirma su alcalde, el también socialista Juan Manuel Ramón. "Pero veríamos mermado de forma drástica el desarrollo y los ingresos", puntualiza. "Los afectados por la pérdida de empleo directo en Jaca serían muchísimos. No hay más que ver que este año, con el plan Remonta, contratamos a cien personas", recuerda. La capital de la Jacetania solía acoger a los numerosos grupos de escolares que hacían la Semana Blanca en Candanchú, pero Ramón reconoce que los efectos llegarían "a todos los sectores".

Villanúa, a 16 kilómetros de las pistas, teme un impacto «extremo» a nivel económico y laboral. «No todo el mundo cabe en Astún, así que perderíamos clientes. Y como destino turístico, el cierre supone una pérdida de credibilidad muy difícil de reconducir», asegura Luis Terrén, alcalde de Villanúa y presidente de la Asociación de Empresarios Valle del Aragón. Con ocho bares y restaurantes, cinco hoteles y albergues, y 2.300 viviendas de segunda residencia, temen que el impacto a medio y largo plazo acabe con la economía del municipio, de 450 habitantes censados.

La reunión, pendiente

Al conocer la noticia del cierre, los alcaldes del valle solicitaron el viernes una reunión con los consejeros de la DGA Marta Gastón, presidenta además de Aramón, y Arturo Aliaga, vicepresidente y consejero de Industria, y con el presidente de la Diputación Provincial de Huesca (DPH), Miguel Gracia. Una petición que todavía no tiene respuesta.

Fuentes del Ejecutivo autonómico y de Ibercaja, integrantes de Aramón, reiteraron el mensaje del viernes. "Candanchú es una empresa privada", por lo que el problema "no es responsabilidad ni del Gobierno de Aragón ni de Aramón".

Ahora bien, reconocieron que "se trabajará para buscar una solución". Fuentes de la entidad bancaria señalaron, además, que "el objetivo común" es que la estación se mantenga abierta. Pero queda trabajo por delante para dar con la fórmula exacta que pueda satisfacer a todos los implicados. Ya en años anteriores, antes de que Ibernieve adquiriera la mayor parte del accionariado de Candanchú, se dio con una fórmula de cooperación por la que Aramón llegó a asumir la gestión de la estación, en 2012.

El presidente de la DPH, Miguel Gracia, avanzó ayer su voluntad de recibir a los alcaldes y reiteró que "hay que intentar buscar soluciones porque para el territorio la nieve es fundamental, tal y como ha quedado demostrado este año cuando el confinamiento no permitió abrir las pistas".

"Decepción" con la propiedad

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A día de hoy, alcaldes y empresarios de la zona critican, sin embargo, la gestión de los propietarios en los últimos años. Algunos hablan de "decepción" por la "nefasta gestión y escasa inversión" que ha dejado unas instalaciones "obsoletas".

Otros consideran que el anuncio es un "órdago" de la empresa para conseguir fondos públicos y salvar su inversión. Y otras fuentes señalan el momento elegido para hablar de cierre, después de una pandemia que ha mermado no solo los ingresos de Candanchú, también los de Aramón, y con la incertidumbre que esta imprime en todas las actividades sociales, aún sin la certeza de que la próxima temporada de esquí pueda celebrarse con normalidad. Demasiadas incógnitas a menos de cinco meses de la apertura de estaciones.