La variante por el norte de Jaca, que ha de unir las autovías A-21 y A-23, ya está más cerca de ser una realidad. El Tribunal Supremo ha rechazado el recurso de los opositores al proyecto, con lo que ha dado luz verde a que la obra se haga. Las obras podrían empezar el año que viene, según el alcalde jaqués, Juan Manuel Ramón, que siempre ha sostenido que la circunvalación es necesaria para evitar el paso por el casco urbano de camiones cargados de mercancías peligrosas. Sin embargo, aún cabe un recurso extraordinario pero que no paralizaría el procedimiento.

El camino se ha despejado después de que el Supremo no haya admitido a trámite el recurso de casación presentado tiempo atrás por la asociación Jaca sin Perder el Norte, que perdió en primera instancia ante la Audiencia Nacional y, no conforme con el fallo contrario, decidió impugnar una obra que considera que destruirá un entorno de gran belleza paisajística a las puertas de la ciudad pirenaica.

El tramo de Jaca, donde se unirán la autovía de Pamplona con la que sube desde Zaragoza, es fundamental para completar la red de comunicaciones por carretera de gran capacidad en el noreste de España. Cuando esté acabado, al igual que la variante de Sabiñánigo, el entorno de Lanave y el segmento Huesca-Siétamo de la A-22, el Cantábrico y el Mediterráneo quedarán unidos por una ininterrumpida autovía gratuita.

Se trata de un itinerario que, pese a no estar acabado, ya utilizan numerosos conductores entre el País Vasco y Cataluña, como alternativa al que discurre por el valle del Ebro, que es de pago y resulta muy caro en peajes.

Habrá que pagar un precio

Pero la variante tendrá un precio para Jaca y el Pirineo aragonés. Destruirá una zona de ribera del río Aragón, a la entrada del valle de Canfranc. Además numerosos jaqueses se quejan porque pasará muy cerca de sus viviendas y degradará sin remedio el paisaje. A ello se une que se construirá una gran área de servicio en lo que ahora son campos de cereal, tal y como denuncia repetidamente Jaca sin Perder el Norte.

Esta entidad había propuesto llevar la variante por el sur de la ciudad, o sea por la base de la peña Oroel, un trazado que también ocasionaría un gran daño a la naturaleza y que tenía sus detractores.

Sea como fuere, el Ministerio de Transporte ya puede licitar las obras, que durarán varios años. El tramo, una vez terminado, conectará la pedanía de Guasa con la meseta de Abay y medirá ocho kilómetros. Su coste es de 114 millones de euros.

Evitará el paso de numerosos vehículos por las travesías de Jaca (la de la carretera de Francia y la conocida como perimetral), lo cual supondrá una considerable mejora de las condiciones de vida en el casco urbano, habitualmente saturado de coches, furgonetas y camiones que en realidad van a otros destinos.