Las cadenas de montaje de la planta automovilística del grupo Stellantis (antes PSA) en Figueruelas ha vuelto a funcionar a todo tren, pero con la incertidumbre por la falta de componentes, que sigue latente desde el inicio del año. Tras un parón de la producción que ha durado tres semanas por las vacaciones de verano --desde el pasado 22 de julio--, los más de 5.000 empleados de la factoría aragonesa han regresado a sus puestos de trabajo. Los primeros en hacerlo fueron los del turno de mañana de la línea dos, la que fabrica el Opel Corsa, que comenzaron su jornada a las 06.00 horas. La línea uno (Crossland y Aircross) reanudó la actividad con el turno de tarde, que se inicia a las 14 horas.

El reinicio de la actividad viene marcado por la inquietud al seguir sin resolverse la crisis de los semiconductores, los microchips que han provocado un quebradero de cabeza a toda la industria del automóvil a escala mundial. Estas pequeñas piezas son indispensables para múltiples sectores y productos, desde aparatos electrónicos como ordenadores portátiles, teléfonos o videoconsolas, a coches o ascensores. Por los efectos de la pandemia, se ha roto la cadena de distribución internacional de estos componentes, que se fabrican fundamentalmente en los países asiáticos,

«Volvemos con la esperanza de recuperar cuanto antes la normalidad», ha apuntado Rubén Alonso, presidente del comité de empresa de la planta. Sin embargo, ha agregado, «todo hace pensar que la inquietud por la falta de los chips parece que va a continuar por las noticias que nos llegan del sector a nivel internacional».

Erte y turno de noche

Lo cierto es que la planta acumula cerca de 30 jornadas de paros de producción desde el inicio del año ante la imposibilidad de poder fabricar vehículos por la falta de estos componentes esenciales. De esta manera, se han tenido que dejar de fabricar unos 60.000 vehículos --unos 2.000 por día--, lo que ha frustrado las halagüeñas previsiones de producción que Stellantis Figueruelas tenía para este 2021. La empresa esperaba incluso alcanzar este año una cifra récord y acercarse al medio millón de unidades, pero los problemas de suministro han echado al traste esas expectativas.

Para afrontar esta situación inestable, la empresa presentó hace cuatro meses un erte (suspensión temporal de empleo) de 50 días para toda la plantilla de producción, un expediente cuyas condiciones fueron pactadas con el comité. También suspendió uno de los turnos de noche, lo que obligó a prescindir de 300 trabajadores temporales. De momento, la compañía no se plantea nuevos medidas para hacer frente a los altibajos en la fabricación, pero todo dependerá de que se normalicen las cadenas de suministro que vienen de los países asiáticos.

«Deseamos volver a la normalidad lo antes posible aunque parece que el mercado no está en disposición de acompañar», ha lamentado Sara Martín, responsable de la sección sindical de UGT. La empresa no ha anunciado por ahora nuevos paros productivos, pero «previsiblemente tendremos más de aquí a final de año», ha subrayado. «Nos tememos incluso que los problemas por los microchips se prolongue hasta el año que viene», agregó la sindicalista. Recordó además que la crisis de abastecimiento se ha extendido a materiales críticos para la fabricación de vehículos como el acero o el plástico.

Los fabricantes de estos semiconductores siguen intentando hacer frente a la alta demanda que provocó paradas en las factorías de automóviles de prácticamente todo el mundo. Sin embargo, las proyecciones de todos los grupos de automoción siguen siendo pesimistas para lo que resta de año. De hecho, un estudio revela que solo en julio los pedidos de este componente alcanzaron una demora en la entrega de 20 semanas, una media de ocho días más respecto al mes previo.

Pese a que en un principio se esperaba que la situación mejorase en el segundo semestre del año, ahora todos los fabricantes rezan para que el desabastecimiento no se alargue también hasta bien entrado 2022.