El tiempo comienza a ser oro para el valle del Aragón, que sigue en vilo a la espera de conocer si finalmente abrirá o no Candanchú, su mayor fuente de riqueza. No obstante, este lunes sus vecinos encontraron motivos para la esperanza tras las declaraciones realizadas por el presidente aragonés, Javier Lambán, en las que mostró su confianza en lograr en los próximos días una acuerdo con Ibernieve, empresa que tiene el 75% del capital de la estación. De ser así, Candanchú podría abrir sus instalaciones la próxima temporada y alejaría los nubarrones.

«El Gobierno de Aragón tiene una solución acordada con la Diputación Provincial de Huesca que permitiría a corto plazo abrir la estación y a medio y largo plazo sanearla y recuperarla para una práctica del esquí no afectada por los problemas económicos», declaró desde Utrillas, donde viajó para visitar la empresa de fertilizantes Fertinagro Biotech.

El optimismo de Lambán tiene su origen en el acuerdo alcanzado en los últimos días entre el Gobierno de Aragón y la Diputación Provincial de Huesca (DPH) que, según ha podido saber este diario, planteará que Aramón –sociedad en la que comparten capital el Ejecutivo aragonés e Ibercaja— se haga cargo de la gestión de Candanchú, al menos durante la próxima temporada, a cambio de un alquiler simbólico.

El objetivo de esta solución de urgencia sería favorecer la actividad en la zona, de la que dependen miles de empleos directos e indirectos, y evitar una posible liquidación de la sociedad que se encuentra en concurso de acreedores. Su no apertura, por tanto, podría suponer el acta de defunción de la estación, aunque la propiedad no descarta otros escenarios.

Ese horizonte sería diametralmente opuesto si la propuesta consensuada entre la DGA y la DPH_es aceptada por Ibernieve -- propiedad de las familias Solans, Yarza, Alierta y Forcén-- con quienes continúan las negociaciones después de que hace un mes anunciaran que no abrirían las instalaciones en la próxima temporada. Lambán, de hecho, aprovechó la víspera de la reunión para meter más presión a los accionistas: «Este problema no ha sido generado ni por el Gobierno aragonés ni por las instituciones, sino que es el de una sociedad privada».

 «Máxima disposición»

El encuentro para tratar de desatascar la situación tendrá lugar entre todas las partes a las 12 horas de este martes en la sede del Gobierno de Aragón. Sin embargo, es más que probable que el día ‘D’ no sea hoy, ya que las negociaciones son complejas. La propiedad señaló a EL PERIÓDICO que acuden al encuentro «con la máxima disposición», pese a que por ahora «desconocemos el alcance de la propuesta», aunque «estamos abiertos a cualquier posibilidad siempre que eso no suponga un perjuicio para la propiedad».

En lo que todos coinciden es en que «si se quiere abrir hay que ser rápidos» porque el tiempo apremia. Según los propios empleados de la estación, los trabajos previos para poner a punto las instalaciones no deberían demorarse más allá del 1 de septiembre. «Como el fichaje de Mbappé», bromeó Lambán, «no hay más tiempo» para llegar a un acuerdo fructífero.

Desde la Diputación de Huesca subrayaron que la disposición es «absoluta» para llegar a un acuerdo en el corto plazo, aunque parece más complicado alcanzar un consenso total, también sobre el futuro de Candanchú. En este sentido, la propiedad ya ha manifestado en repetidas ocasiones que apuesta por un proyecto integral y exige la unión de todas las estaciones de esquí, así como una apuesta definitiva por el sector de la nieve por parte del Gobierno de Aragón.

El órdago de la propiedad llegó el 19 de julio pasado tras un consejo de administración en el que se abordaban dos posturas bien distintas: los propietarios de Candanchú querían vender y Aramón no podía comprar.

La compra del complejo no se contempla como opción porque podría suponer un desembolso de hasta 18 millones, una cantidad que incluye asumir la deuda de entre 4 y 5 millones que todavía arrastra Ibernieve, realizar inversiones para su puesta en marcha (mínimo de un millón de euros), hacerse con el capital de Ibernieve y asumir los gastos fijos de personal y gestión, entre muchos otros. Además, las pérdidas por el cierre de Candanchú el pasado año superaron los dos millones de euros.

Las administraciones plantean aportar lo necesario para la puesta en funcionamiento de la estación, pero no quieren ni oír hablar de las deudas del pasado.