No estuvieron mucho tiempo ingresados, de hecho, solo cuatro, pero Ainhoa Riera, de 21 años; y Sonia Ballestero, de 23, cuentan que lo pasaron muy mal con el coronavirus. David Foz, ni siquiera llegó al hospital, pero también le afectó enormemente. Estos son sus testimonios.

Ainhoa Riera, 21 años: "Los días que estuve en el hospital no me podía mover"

Ainhoa Riera no salía de fiesta ni casi de casa porque era junio, tenía mucho cuidado y estaba preparándose para defender el Trabajo Fin de Grado. Sin embargo, salió a cenar con un par de amigos y se contagió. Era contacto de un contacto, así que no le hicieron pruebas. Sin embargo, se aisló y se hizo un test de antígenos que «dio negativo». A los siete días comenzó a tener fiebre muy alta, se hizo otro test y volvió a dar negativo. Días después tuvo que ir al Centro de Salud y «di positivo». 

Estuvo cinco días con síntomas, fiebres muy altas y, cuando empezaron a bajar, comenzó la tos. «Tosía tanto que me dolía todo el cuerpo». Una semana después notó que al comer «tenía que hacer muchas paradas para tomar aire», cuenta, así que fue a Urgencias, le miraron la saturación de oxígeno y tenía 91 (lo normal es entre 98 y 100). Le hicieron pruebas y resultó que tenía neumonía en un pulmón. 

Pasó cuatro días ingresada en el Royo Villanova. «Me dio mucha rabia », cuenta, porque tenía cuidado. «Soy joven, no fumo, hago deporte» pero «no puedes controlar otros factores». No ha tenido secuelas, pero pasó mucho tiempo (unas tres semanas) que «tenía la sensación de que no me entraba tanto aire al respirar», situación que se complicaba por la noche por la ansiedad de la situación». Ahora solo cuando hace deporte. Los días que estuvo en el hospital «casi no me podía mover y quizá perdí resistencia», asegura y añade: «En 15 días perdí mucho músculo porque tampoco comía». 

Antes de ser ingresada, defendió desde casa el Trabajo de Fin de Grado y sacó matrícula de honor, pero aún no se ha vacunado porque se ha mudado a Madrid y está esperando una revisión para hacerse una radiografía del pulmón y si todo está bien, «lo haré». Cree que la opción de no inmunizarse proviene «de la desinformación o de informarse en lugares erróneos», concluye, antes de pedir alternativas de ocio frente a los botellones.

Sonia Ballestero. SERVICIO ESPECIAL

Sonia Ballestero, 23 años: "Tuve que estar aislada 17 días en la habitación"

Sonia Ballestero se contagió en la primera ola, «justo cuando decretaron el primer estado de alarma». Estudia en Valencia, así que volvió a casa (Alcañiz) y pronto apareció un dolor de garganta. Cayó su padre, que tuvo que ser ingresado, y ella horas después, con neumonía bilateral, aunque no le tuvieron que poner oxígeno. «Me ahogaba y no podía respirar, ni tenía fuerzas para coger aire», cuenta emocionada. Sobre todo al recordar que dos días después a su padre lo trasladaron a la uci a Zaragoza porque «no tenía pronóstico de mejora». Esos días «estuve todo el día en la cama porque prácticamente no podía hacer nada», cuenta. Y se alegra de que las madres de sus amigas trabajen en el hospital (y le traían cosas) porque «mi madre estaba aislada y no tenía más familia». A su madre no le hicieron PCR pero cree que «sí se contagió». 

Tras cuatro días ingresada, a Sonia le dieron el alta. El día de antes del estado de alarma habían vaciado de muebles su casa, así que su madre estaba en el pueblo, y para «no tener contacto», ella se fue a casa de unos amigos de sus padres que «tenían un ático, con baño aparte», para no tener contacto con nadie. Estuvo 17 días en la habitación, donde pasaba los días en la cama, leyendo y luego, ya con ordenador, estudiando (sacó buenas notas). Le dieron una medicación de prueba. «Tomaba 10 pastillas, cinco por la mañana y cinco por la tarde». 

Considera que fue una situación «angustiosa», por su salud, pero también «por su padre y por su madre, ya que no podía estar con ellos». Perdió bastante peso y le costó recuperarse, pero no ha tenido secuelas. Se vacunó hace un par de meses y se puso «muy mal» porque le hizo reacción. Reconoce que no le gusta ver imágenes de botellón y, de hecho, su familia y sus amigas «están muy concienciadas» porque «han visto que lo pasamos mal».

David Foz. SERVICIO ESPECIAL

David Foz, 19 años: "He tardado más de dos meses en recuperar el olfato"

David Foz reconoce que él y sus amigos se metieron «en la boca del lobo». Este joven de 19 años se contagió de coronavirus en Salou este verano. Fueron de fiesta seis amigos y «caímos los seis», asegura, sabiendo que existía esa posibilidad. Afirma que hay que poner la situación en contexto. Acababan de terminar los estudios, «llevábamos dos años sin salir», guardando las distancias, cumpliendo las normas y «apareció la posibilidad de viajar». 

En la casa de la Costa Dorada salían de fiesta, así que quizá «había un punto de irresponsabilidad», aunque tenía claro que al volver a Zaragoza «nos íbamos a hacer una PCR para estar seguros». Tras tres o cuatro días en Salou comenzó con «tos seca» pero pensó que era resultado de las horas de fiesta. Después de la playa tenía programado otro viaje para ver a un amigo, así que, como comenzó a sentirse mal, adelantó la vuelta a casa. 

Se confinó en su habitación con síntomas de covid aunque «yo pensaba que era otra cosa». Al día siguiente se levantó con 39 de fiebre y así estuvo dos días porque «no bajaba». No tuvo que ir a Urgencias pero reconoce que lo pasó fatal. Estaba fatigado y «no me podía levantar». Tenía tos, mocos... (le duraron unos 25 días) e incluso perdió el gusto y el olfato. El primero lo recuperó en seguida, mientras que el segundo le ha costado unos dos meses. Foz dice que lo pasó mal y tras el confinamiento, que se le hizo muy largo, se ha recuperado.

No está vacunado porque, «como tiene efectos secundarios y no podía dejar mis obligaciones», lo ha ido dejando, aunque lo hará «en breve». No está de acuerdo con los botellones, pero considera que hay «medidas que afectan al día a día» que no son coherentes: acaba de volver a la universidad, a un aula con el 50% del alumnado, cuando «el año anterior era más». Por eso defiende que «hay que aprender a convivir con el virus», tiene que haber «responsabilidad individual pero no tantas restricciones».