Aragón ha desarrollado durante los últimos años, mediante proyectos públicos, privados y mixtos, una intensa política de asentamiento de nueva población en sus zonas rurales que arroja de momento un balance desigual. Con todo, aún es pronto para establecer una valoración concreta de su grado de éxito debido a que los planes puestos en marcha no dan resultado a corto plazo. No obstante, una cosa está clara: los pueblos que pugnan por ganar habitantes incentivando la llegada de familias procedentes de otras partes, españolas y extranjeras, no compiten en igualdad de condiciones.

«Las localidades que no cuentan con viviendas de alquiler, que no ofrecen una conectividad de al menos 4G y que carecen de determinados servicios esenciales, como tiendas, se encuentran en desventaja con respecto de otras poblaciones que sí disponen de esos recursos», explica José Luis Cosío, de Proyecto Arraigo SL, una iniciativa para la repoblación rural que trabaja en 120 pueblos de ocho provincias de la denominada España vaciada

Pero, independientemente de los puntos fuertes y débiles de cada población, el éxito depende en gran medida de la «implicación decidida de los ayuntamientos», según Cosío.

Conectar perspectivas con necesidades

«Nuestra actividad está dando frutos», subraya Enrique Martínez Pomar, del pueblo cinvovillés de El Frago, que dirige el programa de Arraigo. «Tenemos una base de datos con 6.000 familias que buscan instalarse en zonas rurales, lo que revela que la iniciativa está funcionando», asegura.

Captar familias que arraiguen en su nueva tierra no es una empresa fácil, advierte. «Para que los esfuerzos para atraer nuevos vecinos merezcan la pena hay que conocer muy bien tanto los pueblos como las necesidades, deseos y expectativas de los urbanitas», añade Martínez Pomar.

La clave, continúa el experto, es que el proyecto de vida de los candidatos (la demanda) encaje en las oportunidades que pueden deparar las zonas rurales (la oferta). Y para ello, añade, la clave es la «planificación».

Conseguir aumentos de población es «un proceso complicado que dura años», subraya Enrique Asín, de la Asociación para el Desarrollo de Gúdar-Javalambre y el Maestrazgo (Agujama). «Lo que se ha comprobado que no sirve son los llamamientos urgentes en los que se ofrece vivienda y trabajo a cambio de instalarse en un pueblo y llevar los niños al colegio, que los necesita desesperadamente para seguir abierto», afirma.

Trabajo previo y labor de acogida

 Planificar, continúa Asín, «significa hacer un trabajo previo muy intenso con los ayuntamientos, con los vecinos y con las asociaciones locales para preparar la fase de acogida, que es crucial», precisa.

«Es un proceso largo y plagado de problemas pero hay que ponerlo en marcha porque es la única solución», insiste este experto.

La dificultad de esta fase previa al asentamiento ha generado la creación de la figura del técnico de acogida, la persona que estudia las circunstancias que facilitarán el arraigo y abre el camino para la llegada de nuevos habitantes.

«Unos pueblos tienen más éxito que otros a la hora de atraer pobladores, pero por norma general aquellas localidades que se proponen sobrevivir lo logran porque vivimos unos tiempos en que se registra una fuerte tendencia a la vuelta al mundo rural», augura el responsable de Agujama, que el año pasado gestionó la instalación de cinco familias en las sierras del sureste de Teruel.

«Los resultados son a largo y medio plazo, pues la decisión de irse a vivir a un lugar nuevo es un paso trascendental», advierte Paloma Fábregas, de Pueblos Vivos Aragón, una entidad que trabaja con siete asociaciones en diez comarcas de la comunidad.

«Uno de los mayores obstáculos para asentar población radica en la escasez de viviendas», señala. Pero aun así el mercado se mueve, indica Fábregas. «En seis meses nos han llamado unas 300 personas para hacer consultas, lo que revela que están madurando la decisión y que necesitan tantear el terreno», explica.

Además, agrega, se percibe que, a raíz del coronavirus, el mundo rural aragonés ha ganado en atractivo de una forma que no era previsible antes de la expansión de la pandemia.

Otro efecto del covid-19 ha sido que ha amplificado las posibilidades del teletrabajo, que llevaba varios años en auge en las zonas rurales y que ahora se ha visto potenciado todavía más.

La baza del teletrabajo

De ahí que en las Cinco Villas se haya puesto en marcha un proyecto para atraer pobladores, profesionales que puedan teletrabrajar, mediante la oferta de viviendas en 12 de sus 31 localidades. El proyecto está impulsado por la comarca y Adefo, una entidad que lleva más de 17 años gestionando el programa de desarrollo rural Leader y vinculada a la Fundación Abraza la Tierra y a Pueblos Vivos Aragón.

Esta aproximación al problema de la despoblación revela que los cambios tecnológicos pueden constituir una baza para hacer los pueblos de Aragón más atractivos a la hora de captar pobladores.

Debilidades y fortalezas de los pueblos de Aragón

El Proyecto Arraigo se basa en el conocimiento de las necesidades y características de los urbanitas y de los pueblos. De ahí que realice detallados informes en los que se enumeran las debilidades, amenazas, oportunidades y fortalezas de cada localidad. En el caso de El Frago, su debilidad es la falta de empleo y de niños, mientras que la hospitalidad y la implicación en el proyecto aparecen como sus principales puntos fuertes. Como amenazas figuran el mal estado de las casas y cierta división social, al tiempo que la existencia de inmuebles y terrenos públicos es considerada una oportunidad. 

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Aumentan los exmilitares que quieren ir al campo

En Proyecto Arraigo han comprobado que un número cada vez mayor de las personas que llaman a su puerta, con el fin de cambiar de lugar de residencia, son antiguos militares. Ese dato aflora en los formularios que la entidad facilita a todos los interesados. «Son soldados profesionales que llegan al final de su contrato con el Ejército, en torno a los 45 años, y quieren marcharse de la ciudad con sus familias», explica José Luis Cosío. Por ello su entidad se ha puesto en contacto con el Ministerio de Defensa, que a su vez ha delegado en el Área de Salidas Profesionales, dependiente de la Subdirección General de Reclutamiento y Desarrollo Profesional del Personal Militar y Reservistas de Especial Disponibilidad.