La capital aragonesa está preparada para la que podría ser la peor riada del siglo, con un caudal similar a 2015. Después de un fin de semana interminable en la Ribera Alta, Zaragoza es este martes el punto crítico de la cresta de la avenida extraordinaria del Ebro y no se descartan más desalojos en los barrios rurales. La previsión indica que podrían pasar por el puente de Piedra caudales entre los 2.200 y 2.500 metros cúbicos que se dirigirán a la Ribera Baja, que espera la punta con temor.

La riada se ha llevado ya por delante miles de hectáreas de cultivo y ha anegado instalaciones agrarias y ganaderas que necesitarán de tiempo y dinero para recuperar la normalidad. Por eso, el presidente de Aragón, Javier Lambán, ha anunciado que solicitará al Gobierno de España junto con el Ejecutivo navarro la declaración de zona catastrófica por los daños causados. Porque aunque ha asegurado que en la zona alta del Ebro lo peor ya ha pasado y que las «peores previsiones» no se han cumplido, hay que seguir vigilante por lo que pueda pasar en Zaragoza y en los municipios de la Ribera Baja. El presidente ha explicado que se espera que aguas abajo las afecciones sean menores que en 2015 porque, esta vez, el río Gállego mantiene un caudal estable.

El agua del río cubre el paseo de la margen derecha del Ebro. ANDREEA VORNICU

El alcalde la capital, Jorge Azcón, ha hecho referencia a estas previsiones que, ha dicho, «cambian constantemente» lo que dificulta predecir lo que puede suceder durante las 48 que el río podría mantenerse en máximos. Este fin de semana ya hubo que desalojar varias urbanizaciones en Movera y el barrio rural de Alfocea, que permanece aislado después de que el río rebasase la carretera de acceso. Los vecinos tendrán llegar a sus casas por un paso alternativo que se ha habilitado por el Campo de Maniobras de San Gregorio desde la rotonda de la Mutua de Accidentes de Zaragoza (MAZ), siempre escoltados por miembros del Ejército, por motivos de seguridad.

En la capital se han cerrado todas las zonas inundables, como el Parque del Agua, Macanaz o el Parque Deportivo Ebro y el río ya se ha colado en las instalaciones situadas en la ribera, como el Centro de Natación Helios. Además, peligra la apertura del colegio público Jerónimo Zurita, que acostumbra a inundarse durante las crecidas del río.

Fotogalería | El Ebro ya inunda la zona ribereña de Helios y La Almozara en Zaragoza Andreea Vornicu

El Ebro mostrará su peor cara en la ciudad al mediodía, cuando se espera que se produzca la punta de la crecida y alcance una altura entre los 5,8 y los 6,2 metros (en 2015 fue de 6,1). El consistorio prevé que, como ha ocurrido en otras ocasiones, se produzcan inundaciones en garajes y ascensores de las viviendas del los barrios del Arrabal, Vadorrey o La Almozara. Azcón no descarta que se tenga que cerrar al tráfico la Z-40, uno de los cinturones de la ciudad. De todos modos, la Delegada del Gobierno de Aragón, Rosa Serrano, ya ha matizado que, en todo caso, se hará de forma parcial.

Tras un fin de semana de intenso trabajo, la capital está preparada para esta riada histórica que ha tenido en vilo a los municipios de la Ribera Alta, en alerta durante todo el fin de semana por el riesgo de que las motas no resistieran la avenida.

Tras el catastrófico episodio en Tudela, con caudales nunca vistos de 2.709 metros cúbicos por segundo y una veintena de calles anegadas, se esperaba lo peor en Novillas, el primer municipio de la ribera en Aragón. Con un histórico de 8,48 metros de alto en este pueblo, las 55 personas desalojadas el domingo por la noche han podido volver a sus casas. Gracias al refuerzo de la mota principal, que la Confederación Hidrográfica (CHE) elevó en un metro de altura, y los diques de contención creados por la Unidad Militar de Emergencia (UME), esta vez el Ebro no ha alcanzado ninguna de las viviendas.

Tampoco en Pradilla y Boquiñeni, donde sus vecinos estuvieron pendientes durante la noche del domingo al lunes de que sonara por los altavoces del pueblo la señal de alarma, la que les iba a indicar que había que evacuar de urgencia la población, como sucedió en 2015.

No hizo falta porque las actuaciones que se han realizado desde ese año en el Ebro han permitido minimizar las consecuencias de la avenida. Desde entonces se han reforzado motas, creado diques de contención en puntos vulnerables, retirado malezas de las riberas y creado áreas de inundación que permiten laminar las caudales y reducir la presión del río.

Los vecinos de Pradilla se calientan alrededor de una hoguera. ANGEL DE CASTRO

Roturas de motas controladas

Con este mismo objetivo se han llevado a cabo estos días roturas controladas de motas en Novillas o Remolinos, donde se han creado brazos adicionales al cauce principal y se han realizado trabajos para permeabilizar grandes masas de sedimentos vegetadas, reabriendo a su vez antiguos ramales. Los casi 300 efectivos de la UME siguen desplegados por distintos puntos de la Ribera Alta. Desde el sábado han estado realizando labores de achique en Novillas, Boquiñeni, Gallur o Cabañas de Ebro. También han contribuido a reforzar los caminos que ejercen como barreras de protección y a crear diques de contención en las calles más críticas.

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Un despliegue que se completa con 102 vehículos, un helicópteros una unidad de drones y un equipo de bombeo de aguas y lodos especializado que irán trasladándose a la capital aragonesa y a las localidades de la Ribera Baja. Tanto Lambán como Azcón han defendido la necesidad de seguir actuando en el río, de aumentar la inversión para este fin para conseguir minimizar al máximo las consecuencias de las avenidas y «erradicar cualquier riesgo en las poblaciones», ha señalado Lambán.

Efectivos de la UME achicando agua en Gallur. ANGEL DE CASTRO