Lo fue en los tiempos de la Corona de Aragón, consecuencia directa de hábiles alianzas y de un sentido práctico del ejercicio del poder. Y lo ha sido también desde la instauración de la democracia en 1978, con una inquebrantable lealtad de nuestra Comunidad Autónoma a la Constitución española y al proyecto común que esta ha supuesto. Aragón ha huido siempre de la confrontación y ha explorado los caminos del acuerdo en beneficio del interés colectivo.

En la actual polémica sobre la candidatura a los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030 nuestra tierra va a ser fiel a su costumbre y buscará por todos los medios el consenso para presentar el mejor proyecto posible. Un acuerdo que se construya a partir del respeto mutuo entre vecinos, en igualdad de condiciones, y con el objetivo primordial de presentar una candidatura ganadora. Esta debe ser, y no otra, la materia que alimente nuestros debates y nuestros desvelos. Sería una lástima que el ruido de fondo de estos días arruinara las posibilidades objetivas que el Pirineo español tiene de albergar por primera vez unos Juegos Olímpicos.

La división y la confrontación nos hacen más débiles. No hay duda. El Comité Olímpico Español y el Gobierno de España tienen claro que las opciones de nuestro proyecto crecen con los Pirineos, el aragonés y el catalán, presentados al mundo como un único escenario; la última gran cordillera que todavía no ha sido escenario del acontecimiento deportivo más importante del planeta. Desde Jaca estamos convencidos de que los Juegos Olímpicos solo serán viables si se presentan como un proyecto de país, en el que las fortalezas de todos los territorios pirenaicos se pongan al servicio de la mejor candidatura posible.

Es evidente que Barcelona debe jugar un papel fundamental porque su bien ganada reputación en el movimiento olímpico y su experiencia con la organización de los Juegos Olímpicos de verano de 1992 refuerzan notablemente nuestras opciones. Pero en la misma medida hay que aprovechar el know how de Jaca y del Pirineo aragonés, no solo en cuanto a soluciones técnicas estudiadas y consensuadas en las cinco candidaturas presentadas en el pasado, sino también en su contrastada capacidad para sacar adelante eficazmente organizaciones complejas como las de las Universiadas de 1981 y 1995 o el FOJE (Festival Olímpico de la Juventud Europea) de 2007. Esta inteligencia, unida a la incuestionable calidad de las pistas de esquí aragonesas y al pabellón de hielo de Jaca, deben ser razón de consenso y no motivo de tensiones domésticas que debilitan nuestras posibilidades y ponen torpemente en riesgo nuestra reputación internacional. 

Desde Jaca estamos convencidos de que los Juegos Olímpicos solo serán viables si se presentan como un proyecto de país, en el que las fortalezas de todos los territorios pirenaicos se pongan al servicio de la mejor candidatura posible.

JUAN MANUEL RAMÓN - Alcalde de Jaca

Aragón, que tiene reconocido su derecho a aspirar nuevamente a la organización de unos Juegos Olímpicos, quiere hacerlo ahora con un proyecto de unidad en el que la marca Pirineos esté por encima de las cortas miradas territoriales. La dimensión de este evento global es incompatible con pulsiones nacionalistas, incapaces de entender que sólo desde la unidad es posible competir en igualdad de condiciones con ciudades como Salt Lake City, Sapporo o Vancouver, que probablemente estarán en la pugna por albergar los Juegos de 2030. ¿No es el momento de apostar decididamente por los Pirineos? ¿No es tiempo de consensos y de unidad? La propia evolución del movimiento olímpico, que ahora observa con buenos ojos otras opciones que no pasen por unos Juegos concentrados en una sola ciudad, avala un proyecto como el nuestro, sostenible en lo ambiental, social y económico, y diseñado para vertebrar las comarcas pirenaicas.

Los Juegos Olímpicos en el Pirineo situarían definitivamente a nuestra cordillera, a toda la cordillera, en el mapa de los grandes destinos de nieve del mundo. Es nuestra asignatura pendiente y solo un impulso de este tamaño podría revertir una dinámica que nos ha alejado tradicionalmente de los pujantes mercados europeos. Podemos y debemos competir en igualdad de condiciones con otros territorios que no pueden ofrecer ni el clima ni el estilo de vida ni las condiciones económicas de nuestro país. 

Pero los Juegos serían además el elemento definitivo para desarrollar un programa de tecnificación que permitiera elevar el nivel y competitividad de los deportistas españoles en todas las modalidades de invierno. A veces olvidamos que los Juegos también son deporte y que, como solía recordar Juan Antonio Samaranch, el país anfitrión tiene la obligación de organizarlos bien y de estar a la altura en el medallero. Si eso no ocurre, nunca se podrá hablar de éxito.

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Jaca, que es depositaria de las aspiraciones olímpicas aragonesas y al mismo tiempo es consciente de sus limitaciones, quiere aportar humildemente a la candidatura de los Pirineos su experiencia, la calidad de sus instalaciones, el conocimiento técnico y su capacidad organizativa. Creemos además que podemos contribuir a desarrollar centros de formación para deportistas en especialidades como el biathlon (Candanchú tiene el único circuito homologado de España), esquí nórdico, o el curling, que hagan factible ese objetivo antes citado de la excelencia deportiva. 

Los nuevos principios del movimiento olímpico, que fomentan la colaboración entre territorios para organizar unos Juegos sostenibles en lo ambiental y viables en lo económico, son nuestros principios. Y deben ser los que inspiren la candidatura de los Pirineos españoles a albergar los Juegos Olímpicos de 2030. Más allá del ruido político, trabajemos con discreción la parte técnica porque solo las mejores soluciones nos permitirán presentar un proyecto ganador.