"El problema es que nacimientos en el pueblo igual ha habido uno en los últimos 20 años. Mientras, todos los años hay defunciones". Así son las cuentas de la despoblación. Carlos Barbacil, alcalde de Piedratajada (Ganar Piedratajada), en las Cinco Villas, ha constatado el descenso de la población en el municipio desde los años 90.

"Como en el resto del país. Muchos pueblos están abocados a esto", señala, aunque como muchos, no acierta a indicar una causa concreta. "No estamos mal comunicados, afortunadamente tenemos una enfermera y un médico que vienen dos o tres veces por semana, y el bar sigue funcionando", repasa.

El griterío del patio del colegio hace cinco años que cesó. "Y bancos no ha habido nunca, tenemos que ir a Gurrea, a 12 kilómetros, o a Ayerbe, a 25", explica. A medio camino entre Zaragoza y Huesca, la economía de la localidad sigue basándose en el sector primario, pero "los jóvenes del pueblo que estudiaron, no trabajan ya aquí".

A la inercia de la despoblación se suman otros problemas. El del lindano, y el de la presunta malversación que derivó en una importante deuda en la localidad. "Todo se va sumando", lamenta el alcalde.

Castel de Cabra conserva el colegio abierto, de momento, con cuatro niños. EL PERIÓDICO

"El cierre de la mina en el 90 fue un varapalo"

Castel de Cabra también ha perdido casi la mitad de sus vecinos desde que comenzó el siglo XXI. Mientras el padrón del año 2000 refleja 172 vecinos, en 2021 eran 95.

El alcalde de la localidad, el socialista Francisco Rodríguez, que lleva en el cargo 36 años, recuerda que todo empezó algo antes. "Desde que cerraron la mina en el 90 fue un varapalo del que no nos hemos recuperado", asegura. "Desde entonces solo hemos ido a menos, a menos y a menos", asegura.

En el corazón de las Cuencas Mineras, Castel de Cabra conserva la escuela como uno de los símbolos de la resistencia del mundo rural. "Tenemos cuatro alumnos, casi al límite, pero el curso que viene habrá un niño más", celebra.

La sangría de población se explica fácil. "Apenas hay juventud; la mayoría de la gente tiene más de 60 años". Con la pérdida de vecinos, se van los servicios. Como el bancario, que han logrado recuperar "una vez al mes después de mucho pelear y de que cerrara la oficina hace años".

Hay bar municipal y una tienda multiservicio que cubre las necesidades básicas. "Pienso que los pueblos así están destinados a envejecer con lo que tienen. Aspirar a más lo veo difícil", reconoce Rodríguez.