El Periódico de Aragón

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SECTOR SERVICIOS

Las fiestas patronales agravan la escasez de camareros en Aragón

En la comarca de Jaca faltan 800 trabajadores y mil en todo Teruel

Animada terraza en el centro de Jaca, una localidad donde también se buscan empleados de hostelería. EL PERIÓDICO

Las fiestas patronales que se celebrarán en Aragón con la llegada de la temporada estival, así como el comienzo de las vacaciones de verano, pondrán a prueba el sector hostelero de la comunidad.

De hecho, tras la irrupción de la pandemia de coronavirus hace más de dos años, la hostelería arrastra una grave escasez de mano de obra, en particular de camareros para bares y restaurantes.

En algunas zonas de Aragón se sabe ya cuántos profesionales hacen falta en estos momentos, alrededor de 800 en la comarca de Jaca y entre 800 y mil en la provincia de Teruel.

«Para las fiestas de la Vaquilla todos los negocios hosteleros, en función de su tamaño, necesitarán contratar personal, pero estamos muy mal en cuestión de mano de obra», señala Roche Murciano, presidente de la asociación provincial Teruel Empresarios Turísticos (TET).

La escasez de camareros es tan acuciante, explica, que se está tramitando la contratación de personal en Colombia, «porque en España no queremos trabajar en el sector de la hostelería».

Escuela de hostelería sin apenas alumnos

«Otros veranos se echaba mano de los universitarios que deseaban ganar un dinero para ayudarse a costear la carrera, pero esa figura ya no existe», indica Murciano, que niega que los bajos salarios sean la causa del problema. «Un camarero no sale por menos de 1.200 euros al mes», asegura. Además, continúa, no se puede confiar en las promociones que salgan de las escuelas de hostelería.

«En la de Teruel, en uno de los ciclos, solo hay ahora 15 alumnos, siete camareros y ocho cocineros», informa. Esta situación condena a los bares y restaurantes a depender en gran medida de estudiantes que no superan la Selectividad, que llegan a la hostelería como segunda opción y, por lo general, «la suelen dejar» en cuanto les sale otra cosa.

En la comarca de Jaca saben que de junio a septiembre, entre las fiestas patronales y la temporada turística, la de mayor afluencia de Aragón, «habrá problemas» para completar las plantillas de los establecimientos de restauración.

«Al final, los negocios van trampeando a base de recurrir a amigos y a personas no cualificadas», indica Luis Terrén, responsable de la Asociación Turística del Valle del Aragón, que considera que la escasez de profesionales acaba notándose en el servicio que se presta.

Un problema estructural

La solución a este problema, un mal común a todo el sector, «no es fácil a corto plazo» y pasa por «incentivar la formación, trabajar por un mayor reconocimiento social y mejorar las condiciones de contratación», en opinión de Terrén. Unas tareas que llevarán su tiempo hasta que den fruto.

En Zaragoza ciudad la falta de camareros no alcanza la magnitud que afecta a la costa mediterránea, apunta Luis Femia, gerente de la Asociación de Empresarios de Cafés y Bares de la capital aragonesa. Aparte de que el verano zaragozano, hasta la llegada de las fiestas del Pilar, es un «periodo valle» porque las altas temperaturas veraniegas vacían la ciudad.

El análisis que hace Femia coincide con el del resto de asociaciones hosteleras de la comunidad. «La escasez de personal es un problema estructural, no temporal, causado por el éxodo de trabajadores a otros sectores de la actividad, sobre todo a raíz de la pandemia», afirma.

Clientes en la terraza de un local de hostelería de Biescas. EL PERIÓDICO

En busca de mayor calidad de vida

Para Femia la gran deserción de mano de obra que sufre la hostelería no está relacionada con los salarios, sino con la calidad de vida. «Muchos jóvenes se inclinan por puestos de trabajo en los que ganan menos dinero, pero tienen más tiempo libre», asegura.

«Faltan profesionales en el sector», reconoce Carmelo Bosque, presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería y Turismo de Huesca, que aun así considera que la capital oscense capeará bien las fiestas de San Lorenzo, a comienzos de agosto, debido a la «vuelta temporal» de los camareros que abandonaron la hostelería durante el largo periodo de confinamiento.

Bosque, al igual que Roche Murciano y Luis Femia, no cree que el escaso atractivo laboral del trabajo en bares, cafeterías y restaurantes se pueda deber a que se paga poco.

«Es falso que aquí se paguen 800 euros al mes, un salario así sería inmoral en estos tiempos», subraya. «Sin estar formado y sin experiencia, un camarero entra cobrando entre 1.200 y 1.300 euros», asegura. «Un barman», explica el hostelero oscense, que regenta el afamado restaurante Lillas Pastia, «supone al empresario 180 euros por cinco horas de trabajo, de los que 90 van al trabajador». 

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