EL FINAL DEL VERANO POLÍTICO EN LA COMUNIDAD

El bipartidismo, la guerra de los 9 meses y los otros

El PP y el PSOE se retan en una cruzada por el poder que irrita al resto de partidos | El miércoles vuelve la batalla a las Cortes, y así hasta mayo

Vista general del hemiciclo parlamentario, en La Aljafería.

Vista general del hemiciclo parlamentario, en La Aljafería. / ANGEL DE CASTRO

Ignacio Martín

Ignacio Martín

Tampoco es cuestión de destapar personalidades ocultas o desvelar cuántos y quiénes se fueron de vacaciones dispuestos a pasar por la armería antes de afrontar el final de la legislatura. Sirve para recordar que si los obuses ya vuelan regularmente entre la plaza del Pilar y el edificio Pignatelli desde que Jorge Azcón, el alcalde de Zaragoza, fue nombrado jefe supremo del Partido Popular en Aragón a finales de 2021, a partir de esta semana que entra se espera 'overbooking' de torpedos en el cielo zaragozano.

Dos personas, una de cada bando, ambas diputadas en las Cortes de Aragón, dijeron adiós al curso político en los últimos días de julio recordando que volverían bien pertrechadas para la batalla final. En 'petit comité', una dijo que volvería armada para la guerra política que se barrunta en los próximos nueve meses; la otra, que aprovecharía su asueto estival para comprarse un casco. Todo puro cachondeo, sea dicho por si acaso. Sirva el símil, que no misil, para contextualizar el momento político que se palpa desde fuera, que se vive y no se niega desde dentro.

El PP anda a la caza del sillón de Javier Lambán en la DGA, aunque siga sin aclarar quién será el rival del presidente en las urnas. Ni siquiera Azcón lo sabe, o eso aseguran sus allegados, que entienden que hasta la vuelta de Nochevieja no habrá ni noticia ni campanada. Serán los sondeos los que le muestren el camino.

Por si acaso, Núñez Feijóo ya dejó bien claro en una entrevista en este diario que sería el propio alcalde quien eligiera su próxima estación. Así quedó dueño y reo de su destino. Afirmó el capo nacional de los populares que sería Azcón quien acertase o se confundiese. «Tiene una enorme responsabilidad porque si acierta, acierta el PP de Aragón. Y si no, evidentemente no acierta...», afirmó con un deje que desvela el riesgo de un desenlace perdedor.

Jorge Azcón y Núñez Feijóo, el pasado jueves en la plaza de los Sitios de Zaragoza. | E. P.

Javier Lambán y Mayte Pérez, durante un pleno en las Cortes. / ignacio Martín

Así que si no hay números claros que le inviten a pensar que puede tumbar a Lambán, lo razonable sería que tratase de garantizar su puesto como primer edil en el consistorio zaragozano, donde manda desde hace tres años pese a no ganar las elecciones.

Nada nuevo a la vuelta del veraneo, ya se ve. Ni siquiera el ambiente, más que caldeado entre el PP y el PSOE, que no dejan de replicarse y contraprogramarse. No hay afirmación alguna con algo de enjundia que no encuentre respuesta del enemigo. No se perdonan una en esta larga precampaña que hastía o entusiasma y a la que son convidados de piedra el resto de partidos. El miércoles verán la batalla desde primera línea.

Sí, en tres días vuelven los plenos a las Cortes de Aragón, con la presencia de Lambán, además. El presidente comparecerá a petición propia para hablar de Sanidad, un asunto que lleva más de seis meses exigiéndole el PP sin éxito. Se ha escabullido por ahí el PSOE, sabiendo que los malos números eran difícilmente defendibles. Así se ha dado tiempo para que alguna de sus medidas empiecen a darle razones, sobre todo en las listas de espera. Pero enfrente están que trinan, sobre todo porque la fórmula elegida por Lambán no les permitirá el debate cara a cara que esperaba Mar Vaquero.

La portavoz conservadora solo dispondrá de 5 minutos para sacudir al presidente en esta primera sesión a la que también están apuntados, sea motu proprio o por requerimiento, Felipe Faci y su inicio de curso; Pérez Anadón y sus acuerdos de política fiscal; Joaquín Olona con los incendios; y Marta Gastón y la difícil coyuntura económica. Habrá guerra, seguro. Y anuncios de Lambán, seguro también. Falta por saber qué vuelo cogerán el resto de partidos, sobre todo los socios de Gobierno, que no pueden perder de vista el plazo electoral.

El bipartidismo,  la guerra de los  9 meses y los otros

Jorge Azcón y Núñez Feijóo, el pasado jueves en Zaragoza. / ignacio Martín

De momento, el combate lo miran con palabras coincidentes izquierda y derecha. "Las batallas entre PP y PSOE siempre acaban siendo batallitas, pues en lo conveniente para ambos siempre han acabado cerrando filas y cubriéndose las espaldas. Las disputas entre líderes del PP y PSOE no son más que intentos de forzar un 'deja vu' para recuperar los viejos tiempos del bipartidismo en los que ambos se encontraban cómodos y campaban a sus anchas", dice Marta de Santos, de Podemos.

Desde CHA se considera que el debate político "no debe centrarse en las luchas entre los partidos sino en las necesidades de Aragón", dice Joaquín Palacín, seguro de que la política aragonesa "siempre ha sido más plural que ese bipartidismo imperfecto" del que también se habla en Izquierda Unida, donde entienden que PP y PSOE "no dejan de ser dos caras de la misma moneda y amplificar esa supuesta lucha y no hablar de otra cosa demuestra el interés de determinados poderes de resucitar el bipartidismo", explica Álvaro Sanz.

Para Daniel Pérez Calvo (Cs), "la guerra entre Lamban y Azcón es la clásica del bipartidismo, a menudo con la misma impostura que la del dúo Pimpinela. Es una forma de hacer política donde prima más que al otro le vaya mal, que el interés general". Por ahí coincide Vox. «Vamos a asistir a un 'in crescendo', pero esperamos que esta pelea de gallos, propia del bipartidismo, no interfiera en la necesaria toma de decisiones, esgrime Santiago Morón.

«Las tensiones obedecen a un adelanto de la campaña electoral de ambos. Pero sus relaciones no deberían interferir. Por encima de intereses electorales o electoralistas debe estar el de Aragón y los aragoneses», dice Jesús Guerrero (PAR) de apropiado apellido para cerrar este pequeño análisis de la batalla que vuelve al Parlamento. No habrá heridos, pero sí mucho mucho ruido.

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