EL PRESENTE Y EL FUTURO DE LA MUERTE DIGNA

Aragón registra 29 solicitudes de eutanasia pero solo 7 se han realizado

Diez pacientes murieron a la espera del proceso y nueve casos han sido rechazados / Las asociaciones solicitan más información y velocidad en la aplicación de los trámites

Los profesionales médicos ayudan a los pacientes en los momentos más complicados de su tratamiento.

Los profesionales médicos ayudan a los pacientes en los momentos más complicados de su tratamiento. / EL PERIÓDICO

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

La ley de eutanasia cerrará en 2022 su primer año natural completo con el texto vigor. Tras un arranque complicado, más allá de la polémica, su aplicación sigue con paso firme.

Los números en Aragón demuestran que la sociedad poco a poco va siendo consciente de cómo funciona esta ley. Así, desde su puesta en marcha en junio de 2021, 29 personas han solicitado el suicidio asistido en la comunidad. En este mismo margen de tiempo, se han llevado a cabo siete prestaciones de ayuda para morir y diez de los pacientes han muerto durante el proceso, algo que para las organizaciones demuestra que esas personas no necesitaban la eutanasia, sino una sedación terminal. Solamente diez prestaciones fueron denegadas. En la actualidad, hay un paciente pendiente de recibir la eutanasia, mientras que la última solicitud sigue en proceso. 

José Luis Trasobares, presidente de la asociación Derecho a Morir Dignamente Aragón, admite que la ley sigue inmersa en sus primeros pasos, «por lo que tiene que seguir desarrollándose en la práctica». Entrando en el caso de su comunidad, Trasobares considera que Aragón se encuentra en «un punto intermedio» respecto a la correcta aplicación de la ley. ¿Quién está por encima? «Cataluña, País Vasco y Navarra han demostrado hasta ahora ser más eficientes a la hora de estudiar los casos y dar una respuesta correcta a sus pacientes».

«El problema en Aragón no son las solicitudes, porque no son muchas, sino que los trámites van muy despacio», lamenta el presidente de Derecho a Morir Dignamente, que admite que sus previsiones se alejan mucho de la realidad que hoy reflejan las estadísticas: «Nos basamos en su día en la línea que se podía ver en Países Bajos, una de las sociedad más avanzadas respecto a este tema». 

La tramitación es el problema que, para Trasobares, se debe corregir en primer lugar: «No puede ser que una persona tarde en conocer de 30 a 45 días su destino». De hecho, la decena de pacientes que han fallecido a la espera de una respuesta son prueba de ello, aunque también de las dificultades de la ciudadanía para comprender realmente cuándo solicitar la eutanasia: «Estos casos responden a enfermos terminales, que en lugar de necesitar un proceso como la eutanasia necesitan de una sedación terminal, que les permita vivir sus últimos días con el menor dolor posible». 

Más educación

El objetivo a corto plazo en la organización es conseguir que las instituciones públicas les ayuden a realizar una labor pedagógica en la sociedad. «Es importante hacer comprender a todo el mundo que la eutanasia, la sedación terminal y los cuidados paliativos no son la misma práctica con diferente nombre». 

Dada esta situación, Trasobares asegura que se puede percibir el nacimiento de «un debate falso que intenta enfrentar a la eutanasia con los cuidados paliativos, cuando son dos prácticas sanitarias muy distintas y para pacientes que necesitan unos tratamientos muy diferentes». «Tenemos que hacer entender que la eutanasia está dirigida a personas que tienen perspectiva de vida pero con mucho sufrimiento, sin calidad; mientras que la sedación terminal es evitar el dolor a una persona que está a punto de morir», resume, a grandes rasgos, el presidente de Derecho a Morir Dignamente en Aragón

Unas explicaciones que Trasobares pide que se trasladen hasta los profesionales médicos, que en ocasiones también están confundidos. «El sistema tiene que hacer pedagogía también con los profesionales encargados de cuidar a la gente, porque su papel es fundamental para todos nosotros».

Como casi todo en la vida, la mejor aplicación es cuestión de tiempo: «Estamos tranquilos, paulatinamente todo irá avanzando».

En este particular aniversario de la ley de eutanasia, en Derecho a Morir Dignamente se muestran «satisfechos» por su aplicación pero desean para el futuro más próximo «que el espíritu real de la ley llegue a toda la sociedad». 

Ante el anuncio del presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, de que su partido derogaría la ley en el caso de llegar al Gobierno Central. «Sería una desgracia acabar con esta ley», asegura Trasobares, que defiende que «todas las leyes que reconocen derechos individuales afectan a todos los miembros de la sociedad». «Creemos que esto sería un paso atrás absurdo e ilógico», termina. 

Un 72% de los aragoneses registra el suicidio asistido en sus voluntades

Pese a la falta de comunicación que se denuncia desde la asociación Derecho a Morir Dignamente en la comunidad, la eutanasia está presente en los registros de las voluntades anticipadas. Tanto es así que un 72,31% de los aragoneses que han presentado este formulario en el departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón en 2022 solicitan que se les aplique la eutanasia en caso de padecer alguna enfermedad que les permita llevar una vida digna. En total, de los 1.098 ciudadanos de la comunidad que han completado este formulario hasta el 11 de octubre de este año, 794 contemplan la muerte digna como una posibilidad para el final de sus días. Un resultado final que evidencia cómo la idea de la eutanasia ha ido calando en la sociedad con el paso del tiempo. Si los parámetros de estudio se abren en 2003 –primer año con registro de las voluntades anticipadas– y se extiende hasta el mismo octubre de 2022, solo un 14% de los aragoneses contemplan el suicidio asistido en sus registros. Lo que no cambia, se utilice el margen de tiempo que se utilice, es que ellas son más previsoras que ellos: las aragonesas suponen casi el 68% del registro de voluntades anticipadas.

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