RESUMEN DEL AÑO

2022, el año que resurgió el proyecto Romareda: ¿a la cuarta va la vencida?

El proyecto para que Zaragoza tenga un nuevo estadio de fútbol está en marcha, pero la pugna electoral y las aspiraciones del club podrían dificultar esta nueva intentona

La Romareda.

La Romareda. / ANGEL DE CASTRO

Iván Trigo

Iván Trigo

La Romareda es uno de los grandes asuntos pendientes en Zaragoza. Más allá de la afición por el fútbol, los estadios están considerados como las catedrales del siglo XXI. Pero en la capital aragonesa la consideración del campo no puede pasar de chamizo. En las dos últimas décadas, desde el ayuntamiento se han impulsado tres intentos para levantar un nuevo estadio: en 2001, con un gobierno del PP y el PAR; en 2005, ya con Belloch al frente del consistorio; y en 2008, también con el primer edil socialista. Ninguno fructificó. Ahora, el equipo de PP y Cs ha emprendido una nueva intentona que, por el momento, ya se ha encontrado con varios escollos. Primero fueron las dudas del grupo municipal socialista y una alegación a modo de regalo de Navidad por parte del Gobierno de Aragón. Y esta semana han sido las pretensiones del club, el Real Zaragoza, las que han hecho que el consenso sobre el proyecto del campo se tambalee. Pero vayamos por partes.

A principios del presente mandato, con Jorge Azcón recién llegado a la alcaldía, el equipo de PP y Cs ya intentó relanzar el proyecto de la nueva Romareda. El plan era vender los suelos del ‘skatepark’ de Vía Hispanidad y otras parcelas para construir vivienda y así conseguir dinero para financiar las obras del estadio. Pero el proyecto, al incluir recalificaciones de suelo, no gustó a la izquierda.

Entonces llegó el covid y tras dos años de parón, fue el PSOE el que, en el debate del estado de la ciudad de 2021, introdujo en la agenda política la necesidad de acometer un nuevo intento, el cuarto en 20 años, para construir un nuevo estadio. Azcón estuvo hábil y desde entonces ha manejado los tiempos a su antojo con la suerte, además, de que se ha encontrado con dos factores con los que no contaban otros regidores.

El primero es el cambio en la propiedad del Real Zaragoza. Con la llegada de Jorge Mas se abrió la puerta a una posibilidad que no había existido hasta ahora: que el club financie las obras a cambio de quedarse con los ingresos que genere el equipamiento. Desde el primer momento, el nuevo presidente de la sociedad anónima dejó claro que se implicaría en el proyecto en menor o mayor medida. Ahora ya se sabe que están dispuestos a pagarlo entero, siempre que puedan explotar el estadio durante el tiempo suficiente como para poder hacer rentable la inversión y amortizarla.

El segundo factor que ha jugado a favor de los planes del alcalde, que en la última campaña electoral usó La Romareda como reclamo, es el Mundial de fútbol de 2030 que España, Portugal aspiran a organizar.

Zaragoza quiere ser una de las sedes en el campeonato y la Federación Española de Fútbol ya ha comunicado que la capital aragonesa cumple con todos los requisitos para ello con un matiz: el campo de fútbol.

Por tanto, si Zaragoza quiere llegar a tiempo y tener un nuevo estadio antes de 2030 para poder participar en el Mundial, los planes del actual alcalde han de salir adelante, ya que será a principios de año cuando la RFEF elija las sedes para el Mundial. Y aunque las obras no hayan comenzado, sí que debe existir un compromiso firme y un proyecto con visos de hacerse realidad para lograr la confianza de la Federación. Estos dos condicionantes hacen especial este cuarto intento para construir una nueva Romareda. El viento ha soplado a favor del alcalde y de ahí que el PSOE haya puesto sus reparos. Desde el principio, ni los socialistas en el ayuntamiento ni el Gobierno de Aragón han estado cómodos con la idea de que sea Azcón el que consiga dar el impulso definitivo a la renovación del estadio. Y menos con las elecciones a la vuelta de la esquina.

Fallas en ambos bandos

Es por esto que el PSOE ha nadado a contracorriente. Primero decidieron no ‘mojarse’ en el debate sobre la elección de la ubicación. Después, conforme avanzaron los meses y Azcón desveló sus planes para ampliar la parcela de La Romareda, el PSOE votó primero que sí a la modificación del Plan General. Lo hicieron a cambio de negociar y luego no negociaron. Luego votaron que no pero se sentaron a negociar después. Pidieron entonces incluir en la operación la construcción de una residencia intergeneracional en algún sitio de la ciudad. Y tres días más tarde (el pasado viernes 23) el Gobierno de Aragón, con el PSOE al frente, reclamó unos terrenos que el consistorio ha incluido en la modificación del PGOU cuando hasta ese momento, el último día en el que se podían presentar alegaciones, nadie se había pronunciado sobre esos suelos que la DGA considera suyos.

Pero Azcón también tiene lo suyo, puesto que desde el principio ha manejado la información que tiene sobre el proyecto a su antojo cuando los hechos han demostrado que el plan estaba, desde el principio, bastante atado. Solo ha enseñado sus cartas cuando le ha interesado, lo que ha generado desconfianza en el resto.

Y esta semana, ha sido el Real Zaragoza ha destapado su jugada: calculan que el estadio costará 139 millones de euros, pero piden más tiempo con el equipamiento a su cargo para poder hacer rentable la inversión. Esto podría alejar del pacto a los partidos de la izquierda, pero Azcón podría valerse igual de su mayoría en el consistorio con PP, Cs y Vox. No obstante, vistos los precedentes que tienen los intentos para construir un nuevo campo de fútbol, cualquier fisura en el plan puede acabar convirtiéndose en una fuga sin reparo. 

Suscríbete para seguir leyendo