FALTA DE COMUNICACIÓN

Te escucho, pero no te miro: el problema con los móviles

Los jóvenes admiten tener un problema con el teléfono móvil, pero achacan su uso en grupo a situaciones puntuales. Piden que la crítica también se dirija a los adultos, más asiduos

jóvenes tachan de "incomprensión" los momentos en los que todos miran su teléfono.

jóvenes tachan de "incomprensión" los momentos en los que todos miran su teléfono. / ANDREEA VORNICU

Sergio H. Valgañón

Sergio H. Valgañón

Un teléfono por persona, alguna tablet, pocos ordenadores. El campus de la Universidad de Zaragoza es un reflejo de ese fenómeno, el phubbing, que ataca a cada segundo a las relaciones personales. Adelantemos: no son solo los estudiantes quienes ignoran a sus compañeros de tertulia.

Mario, María, Diego y Katherine comparten banco y ningún teléfono a la vista. "Es algo que suele pasar, pero tiende a ser una persona y de manera excepcional", explica Mario, al que acompaña Diego diciendo que "a veces levantas la vista y te das cuenta de que estás todo el rato con el móvil". 

"¡Yo me siento como una imbécil cuando nadie habla y todos estamos mirando el teléfono!", exclama María, que admite que le molesta "muchísimo" que sus compañeros no le hagan caso por estar repasando sus redes sociales. Katherine advierte de que no es solo problema entre amigos: "Pasa más en casa, al menos en la mía, y en muchas ocasiones lo hacen más las personas mayores que nosotros".

Esta línea la mantiene Mateo, que afirma rotundo que la peor en su familia es una persona mayor: "¡Lo de mi abuela es alucinante! Siempre está mirando el teléfono y queriendo enseñarnos lo que le llega". Este joven estudiante cree que en su grupo de amigos "pasa alguna vez, pero creo que somos más de hablar" e incluso afirma que "solo estás pendiente si esperas algún mensaje en concreto".

Las notificaciones son una de las distracciones.

Las notificaciones son una de las distracciones. / ANDREEA VORNICU

Lo cuenta en un banco del campus San Francisco junto a Esther. Los móviles, apartados en un lateral del asiento, son testigos de la conversación. "Pasa más en grupos grandes, cuando te fijas en que dos o tres personas no están muy al tanto del tema y recurren al teléfono", detalla Esther, que asegura que si la mirada al móvil se extiende en una quedada a solas "sí que se lo digo a la otra persona, porque no me parece bien".

La propia Esther insisten en que estas situaciones se dan "mucho más" con personas mayores, bien sea en casa o en el exterior. Lo que siente esta estudiante zaragozana es que en el ámbito familiar "sí que sale algún comentario sobre el uso del teléfono, te dicen que lo uses menos". Y ellos, tanto Esther como Mateo, están comprometidos a que cada día el teléfono pase menos tiempo frente a sus rostros. Al menos, si hay alguna persona querida delante.

"Nosotros somos más de jugar a las cartas cuando no encontramos temas de los que hablar", bromea Mateo, que coincide con Esther en que deberían probar alguno de los retos virales de las redes para dejar el teléfono: "Yo creo que lo podríamos hacer la próxima vez que quedemos todos juntos a cenar". Ese juego, que advierte a la primera persona que mire su teléfono de que le tocará pagar una ronda, puede tener un resultado diferente al esperado. O al menos eso dicen estos dos universitarios: "Creo que no miraríamos pronto, tardaríamos bastante, y si lo hacemos con gente mayor serán ellos los que miren".

No muy lejos de esta pareja se encuentran María y Martina, que sí jugaron alguna vez con sus amigas a este reto de "desintoxicación telefónica". "Fracaso. A los diez minutos se nos pasó y miramos los móviles".

Ambas admiten que miran el móvil en compañía de amigos y familias, pero que "intentan" que sea una práctica que no se repita habitualmente. "Yo prefiero disfrutar del momento", explica María, que considera "lógico" estar pendiente "por un mensaje puntual, por ejemplo avisar de donde estás a un amigo que viene después". "Todo lo que no sea eso, me parece una falta de respeto", completa.

Ante la pérdida de atención a la comunicación no verbal, Martina cree que "los gestos con las manos y las caras de la otra persona son importantes, y hay que prestarles atención porque si no lo haces te pierdes mucho". Su amiga María está de acuerdo, tirando de metáforas interdimensionales: "Estás viviendo esta realidad, no puedes estar pendiente de lo que pase en ese otro mundo virtual".

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